SANTO Y SASTRE

Tirso de Molina
(Gabriel Téllez)

Esta edición electrónica de SANTO Y SASTRE fue preparada por Vern Williamsen en 1998 para incluirse en esta colección. SANTO Y SASTRE se publicó por primera vez en la CUARTA PARTE DE LAS COMEDIAS DEL MAESTRO TIRSO DE MOLINA (Madrid, María de Quiñones, 1635), que es la edición que tomamos como base para fijar nuestro texto con el apoyo de varias ediciones modernas. La edición príncipe, cuyo texto está bien conservado, es la fuente última, directa o indirecta, de todas las ediciones posteriores. Nuestro texto regulariza las indicaciones de personajes que hablan y su disposición gráfica, resuelve las abreviaturas y moderniza la puntuación y las grafías siempre que no tengan relevancia fonética. Cualquier añadido o enmienda al texto de la príncipe va entre corchetes.


 

Personas que hablan en ella

ACTO PRIMERO


Salen DOROTEA y PENDÓN
DOROTEA: ¿Tantos me pretenden? PENDÓN: Tantos; que para tantos de juego aun sobran. Mira este pliego lleno de quejas y llantos.
Va sacando papeles cerrados del seno y faltriqueras
Mira luego este papel de un galán almibarado que según viene enmelado debe de ser moscatel. Repara en este billete que un licenciado me dio, tan culto, que me llamó mercurio, por alcahuete. Éste me dio un capitán con más plumas que un virote, que acicalando un bigote hisopo de un sacristán, muerto porque hoy no te ha visto, me dijo, "Dile a mi ingrata que dando vida, me mata con su ausencia, ¡voto á Cristo!" Éste es todo de lisonjas. DOROTEA: ¿Tantos traes? PENDÓN: Te espantarás, ahora empiezo, no trae más una andadera de monjas. Digo que éste es lisonjero porque su dueño poetiza, --por no decir gongoriza-- y es de estos que al mes de enero llaman padre del candor; al sol, monarca diurno; cerúleo al cielo, y coturno al alba del esplendor. DOROTEA: ¡Jesús! Perdone este hidalgo si del modo que escribe, ama. PENDÓN: Fiscal cuadrúpedo llama de las liebres éste al galgo; nieto al amor, de la espuma; alcatifas de tabí a los prados, y a un neblí llamó estafeta de pluma. DOROTEA: ¡Qué necio modo de hablar! PENDÓN: Éstos se llaman poetas con cáscara, no los metas en la boca, sin quebrar sus versos con un martillo; que si a gustarlos te pones, por ser poetas piñones te han de quebrar un colmillo. Ya gasté los que traía en las manos. DOROTEA: ¿Pues hay más? PENDÓN: Aguárdate y lo verás... Cada faltriquera mía viene a ser una estafeta. Éste me dió un boticario que su amor en eletuario te explica como en receta; todos estos son diversos en estilos y en autores; unos te escriben doctores en aforismos y en versos; otros escribanos--suma sus rasgos, y "sepan cuántos"-- y admirada que haya tantos llámalos gatos con pluma. Si en intereses reparas billetes hay mercantiles de estos, que como alguaciles venden engaños a varas. En estotra faltriquera te traigo otra letanía, gente es de menos cuantía, darélos juntos; espera. DOROTEA: Acaba ya. PENDÓN: Acaben ellos. Éste conozco: es de un paje que sirve a un gran personaje; trae guedejados cabellos, habla tiple, damo pisa, viste alzacuello y valona, tañe y canta la capona, pero no tiene camisa. Un barbero, gran lanceta pide, que alivies sus llamas, sabe jugar a las damas y come seis de una treta; esotros son a esta traza, que muertos por tu hermosura hacen tutti li figura; de ellos te desembaraza, y pues te intentas casar, escoge uno; que cansado según vengo, empapelado me pueden poner a asar. DOROTEA: No es nuevo en ti ser burlón; siempre vienes con quimeras bufonas. Habla de veras si quiera esta vez, Pendón. Hija soy de un mercader sin padres, y con hacienda; que para que la defienda de engaños, he menester marido que la acreciente y ponga en orden mi casa; la prudencia es quien me casa, no el amor, que es accidente que raras veces acierta; pretenden dos este estado y desvela mi cuidado el verlos rondar mi puerta. Lelio muestra voluntad cuando no a mí, a mi dinero. Es pobre y es caballero, puede darme calidad, y no de mi esfera salgo cuando sea su mujer, pues, en fin, el mercader está en vísperas de hidalgo. Fuélo mi padre, en efeto. Por otra parte me inclino a Grimaldo, y le imagino, como estudiante, discreto, y que una vez gradüado en las leyes que profesa su facultad interesa honra y provecho. Hame dado antojo, si se despacha, bien su pretensión agora, de que me llamen oidora y me adorne una garnacha. PENDÓN: De eso no me maravillo; ni hay gente como letrados que en digestos opilados hallan textos de tornillo. Mas si te casas con él y viniere a ser oidor, será consuelo mayor morirte primero que él; porque si viuda te advierto, y antes de serlo adorada, no hay cosa más desdichada que la mujer de oidor muerto. DOROTEA: Acaba con disparates, y advierte que de estos dos al uno, estando de Dios, tengo de elegir. PENDÓN: Quilates tiene cada cual que obligan, y si va a decir verdad. Lelio es todo voluntad pero deudas le fatigan. Grimaldo es un licenciado tan cercano de la toga que imagina ser, si aboga, de las bolsas abogado. Tienes tantos pretensores que cada cual me empapela como a muchacho de escuela que va a vender cobertores; pero entre todos no estaba descuidado de su queja, que allá en Castilla la Vieja un rincón se me olvidaba.
Saca otro papel de la toquilla del sombrero
Éste es de Lelio, que espera tu amor por lo generoso, el cual de puro curioso le escribió con bigotera. Estotro el jurisperito le sacó de un borrador,
Saca otro de entre la calza
que si piensa ser oidor, y en párrafos te le ha escrito, le trasladó para darte el alma, que en él se enciende, y como ser juez pretende dirá, "traslado a la parte." DOROTEA: De esos dos hemos de ver cual, en fe de su eficacia, viene hallar en mí más gracia. PENDÓN: Y de estotros, ¿qué he de hacer? DOROTEA: Quemarlos. PENDÓN: Crüel estás; rásgalos, que si te ofenden cara a cara te pretenden, y el castigo es cara atrás. DOROTEA: Esta noche las doncellas, que es víspera de San Juan, si deseosas están de casarse,... PENDÓN: Las más de ellas cojean de aquese pie. DOROTEA: ...con el altar que acostumbran enraman, pulen y alumbran, tienen en el santo fe; y cuando hacen la oración, que en tales casos dispuso la superstición o el uso, con silencio y devoción, procuran conjeturar de lo que escuchan primero en la calle al pasajero si se tienen de casar o no; si será el marido hombre apacible o molesto; si se verán viudas presto, si es noble o si mal nacido, y otras cosas de este talle, que yo juzgo por locura, pues coligen su ventura de lo que va por la calle. Yo no tengo de tentar al cielo de esta manera. PENDÓN: Tienes poco de hechicera. DOROTEA: Con aquél me he de casar que con mayor agudeza me escribiere su papel de los dos. PENDÓN: Ponle el laurel, mas no sobre la cabeza; que aunque victoria señala y fue blasón excelente, cosa de rama en la frente, aun en profecía es mala. DOROTEA: ¡Qué necio estás! PENDÓN: Ya lo veo; mas dígolo por si acaso, mientras estotros abraso. Éste es de Lelio. DOROTEA: Éste leo.
Lee
"Mi amor, bella Dorotea, que niño empieza a escribir y sin verte ha de morir, aunque escribe, deletrea; y en tu nombre afirmaré que, aunque a Dorotea va, le quito la postrera a, porque diga A doroté." PENDÓN: Jugó sutil del vocablo; porque, a falta de dinero, juega todo caballero equívocos. ¡Dále al diablo! DOROTEA: ¿Pues no es el conceto agudo? PENDÓN: Como una alesna o punzón. Buena estuvo la invención del adórote desnudo! Mas si enviára un bolsillo de doblones brilladores, que con dos caras traidores traen el semblante amarillo, tú le amaras, yo lo sé; y pudiera en tu decoro escribirte con ese oro, Dorotea, doroté. DOROTEA: Yo no pretendo a mi amante rico, mas sabio y con seso. PENDÓN: Bien comeremos con eso. DOROTEA: Escucha y calla. PENDÓN: Adelante.
Lee
DOROTEA: "Si me permiten los cielos que te tenga por señora daréte, en fe que te adora el alma..."
Dice UNO de dentro como gue pasa por la calle
UNO: Palos y celos. DOROTEA: ¡Jesús, qué agüero tan malo! PENDÓN: El bellacón que pasó, por Dios, que te recetó sin tener bubas el palo. ¿Palitos? ¡Puto Miguel, válgate de ese manjar! Bien le puedes descartar. ¿Celos y palos? Papel sois vos pronosticador de pesadas aventuras. DOROTEA: Anda, que no hay conjeturas que puedan darme temor de lo que se dice acaso.
Lee
"Si te desposas conmigo a que te envidien me obligo en Cremona a cada paso las damas de más estima. Visitaránte señoras, patricias, gobernadoras, a quien la nobleza anima; lograrás tu juventud con galas que arrastrarás, y en desposándote irás en el mejor...
Dentro
UNO: Ataud. DOROTEA: ¡Jesús mil veces! PENDÓN: Marido de requiem--por Dios--es éste. Dale, señora, a la peste. DOROTEA: Algún burlón atrevido que está oyendo lo que leo, celoso procura ansí turbarme. Jamás creí supersticiones, ni creo que adivinen mi desastre. Leo. PENDÓN: Vaya.
Lee
DOROTEA: "En mi poder dueña de casa has de ser y tu esposo humilde..."
Dentro
UNO: Un sastre. DOROTEA: ¿Sastre dijo? no leo más. PENDÓN: ¿Sastre el dueño y yo pendón?
Rásgale
Vendrá la circuncisión de la ropa y medrarás; mas el pronóstico llevo. De seis sastres me contaban que solamente cenaban entre todos seis un huevo y que cada cual metía su aguja en vez de cuchar. ¡Gentil talle de engordar, blando el huevo y la agua fría! DOROTEA: No debe de estar de Dios que Lelio mi esposo sea: venga esotro. PENDÓN: Dorotea, tripúlalos a los dos; no te cases por ogaño, pues agüeros socarrones, entre agujas y punzones te anuncian hurtos de paño. Mira que te han de agarrar cuando la muerte te arrastre, como el ánima del sastre suelen los diablos llevar. DOROTEA: La pobreza del que escribe el roto papel, es tal, que si gasta su caudal y lo que en dote recibe, podrá ser que después venga a ser sastre, por tener en qué ganar de comer. PENDÓN: Pues dile, "Dios le mantenga." Pero, siendo caballero ¿ha de admitir tal desastre? Mas del Caballero sastre vi yo una farsa. DOROTEA: No quiero sino a Grimaldo que, en fin, nunca fue pobre el letrado. PENDÓN: De un pelón a un licenciado vas de rocín a rüín; pero los temores deja y olvida al sastre prolijo que por ellos no se dijo mete aguja y saca reja.
Saca un papel y lee
"En vano estudiar intento leyes que me den el grado, si en las de Amor ocupado me usurpas el pensamiento. Tirana de mis desvelos, ¿qué leyes podré estudiar si no las saben guardar tus mudanzas y mis celos? Dicen que será tu esposo..."
Dentro
UNO: ¡El sastre, el sastre! PENDÓN: ¿Otra vez? DOROTEA: La rueda de mi altivez postra este nombre enfadoso. Pendón, ¿qué es esto? ¡Jesú! Ya de conjeturas pasa esto a verdad, ¿en mi casa dueño un sastre? PENDÓN: ¡Bercebú lleve el papel! DOROTEA: Mil pedazos le hice.
Rásgale
PENDÓN: Bien, que pues mujer de un sastre tienes de ser ya el papel dio los retazos. No te cases, que es encanto todo lo que hemos oído. DOROTEA: ¿Yo, cielos, con un marido sastre? ¿cómo?
Dentro
UNO: Sastre y Santo. PENDÓN: Cá, no hagas caso ya del proverbio, el temor deja. ¿No oiste lo que a la reja dijeron? DOROTEA: Sí. PENDÓN: ¿Pues podrá cumplirse? ¡Buen desvarío! Vuelve en ti, pierde el espanto. DOROTEA: ¿Pues por qué no? PENDÓN: ¿Sastre y Santo? ¿Blanco y negro? ¿Fuego y frío? Los sastres sirven de lastre hacia las bombas oscuras; cargado de sisaduras mal podrá volar un sastre. Incasable has de pasar; porque decir que has de ser de un sastre santo, mujer, es lo mismo que afirmar que el conseguir tú marido, vendrá a ser difícil tanto como hallar un sastre santo, que desde Adán no le ha habido.
Sale HOMO Bono, mozo en mediano traje
HOMO: Dios en esta casa sea y A vuesas mercedes guarde; hanme dicho que esta tarde la señora Dorotea, --si es vuesasted no lo sé-- me envió a casa llamar; no dió un negocio lugar entonces. DOROTEA: ¿Yo, para qué? HOMO: Para cortar un vestido. DOROTEA: Quien tal dijo le engañó. HOMO: Debí de engañarme yo; no importa, poco hay perdido; vuesa merced me perdone. PENDÓN: El pronóstico se va cumpliendo. DOROTEA: Oiga, vuelva acá; su buena cara le abone; ¿pues él es sastre? HOMO: A servicio de Dios y vuesa merced. DOROTEA: (Pensamientos detened Aparte las riendas a mi jüicio. ¡Válgame Dios! Por la calle un sastre me pronostica por marido, quien publica. que por esposo he de amalle, y apenas malicias temo cuando, sin llamarle yo, por mis puertas se me entró un sastre, ¡qué extraño extremo! Pero su buena presencia causa a mi temor quietud. ¡Qué gallarda juventud! HOMO: Iréme con su licencia, pues que no soy menester. DOROTEA: Ya que vino, escuche un poco. O fue necio, o era loco quien le aconsejó escoger oficio tan desvalido a un hombre de tan buen talle, que un rey pudiera ocupalle siendo su favorecido en otro de más valor. Sastre un mozo tan gallardo? HOMO: Siéndolo, señora, guardo el ser que heredé mejor. Tuvo este oficio mi padre y en él mismo le heredé. DOROTEA: ¡Qué mal hizo! HOMO: Pues ¿no ve que naturaleza madre que distribuye prudente sus dones a cada cual con repartimiento igual, al ser bajo, o eminente que cría en cualquier sujeto me obliga a esta profesión? Nunca aspira a ser león el cordero. DOROTEA: ¡Qué discreto! HOMO: El bruto que con su piel una vez. se disfrazó, causa de su afrenta dio a los que burlaron de él; la ocasión de estar perdido el mundo, es porque cualquiera no contento con su esfera se eleva desvanecido. Viste seda el oficial, porque anhela a ciudadano, y éste con la hacienda sano ser quiere al hidalgo igual; el hidalgo, caballero, y el caballero, marqués, éste príncipe, y después el príncipe, rey severo; el rey hasta emperador no pára, siempre anhelando, y ansí se van despeñando desde el esclavo al señor. Si el hijo del jornalero en la azada se ocupara, el oficial trabajara, y contento el caballero con lo que el cielo le ha dado, no saliera de compás, pretendiendo valer más, todo anduviera ordenado; yo, en fin, que en mi esfera estoy ansí mi oficio entretuve; padre que fue sastre tuve, sastre nací, y sastre soy. PENDÓN: (Y tal sastre que pudiera Aparte ser sastre predicador.) DOROTEA: (¿Qué es esto civil amor? Aparte Ya no soy la que antes era; garnachas apetecía y ya adoro a quien las rose; entróse en casa y entróse también en el alma mía. ¡Bien haya quien fue profeta de lo que también me está! ¿Mas si éste el sastre será que el proverbio me interpreta? Séalo, y yo le perdono todo el susto que me ha dado. ¿Hay tal cara, hay tal agrado?) ¿Cómo se llama? HOMO: Homo Bono. PENDÓN: (¡Buen hombre! Lindo apellido; Aparte porque el buen hombre es de modo que suele pasar por todo, circunstancia de marido.)
DOROTEA habla aparte a PENDÓN
DOROTEA: Pendón, ¿no le llamó ansí el que pasó por la calle? PENDÓN: Homo Bono, oí nombralle. DOROTEA: El cielo le trujo aquí para que mi dueño sea, y si el cielo lo ordenó no he resistirle yo. PENDÓN: (Será sastra, Dorotea.) Aparte HOMO: Yo aquí no soy menester y ya se va haciendo tarde; quédense con Dios. DOROTEA: Aguarde; que ya que vino he de hacer una ropa; la medida puede empezarme a tomar. HOMO: ¿Y qué color? DOROTEA: Verdemar. HOMO: Imagen de nuestra vida es, señora, este color, verde, que en breve se seca, mar que sus bonanzas trueca en naufragios; mar y flor es la caduca hermosura que en un instante se altera. PENDÓN: (¿Sermoncitos? Mejor era Aparte este sastre para cura. Voyme de aquí que he sentido no sé en mí qué devoción y seré el primer Pendón de los sastres convertido.
Vase
DOROTEA: ¿Mozo moralizáis tanto? Dejad a las canas eso. HOMO: Yo hablo en lo que profeso. DOROTEA: (¿Mas si hubiese un sastre santo Aparte y fuese éste?) Comenzad a ajustarme la medida, y advertid que guarnecida la ropa con variedad curiosa, a vuestra elección han de ser los pasamanos. HOMO: ¡Ah, señora, y qué de vanos trajes usa la ambición! Si yo los he de escoger, pasamanos la prometo que causen gusto al discreto, y hermosura a la mujer. Por lo vistoso y lo vario en la invención y colores, los pasamanos mejores son en ellas el rosario; que si las manos le pasan de pasamanos podrán servir al alma, pues dan pasaporte al cielo, y pasan con discreción y medida nuestras acciones violentas, tomando cuenta sus cuentas a los gastos de esta vida. DOROTEA: No es cara predicadora la vuestra, porque es muy buena; ni en la facultad ajena ocupéis la vuestra agora; a andar curiosa me inclino y en breve casarme espero, sastre hipócrita. Yo os quiero sastre humano y no divino. Tomad la medida ya y sacareos el tabí que cortéis. HOMO: ¡Qué frenesí vestiros de eso será! Vuestro honor ponéis en duda; que galas son incentivos del pecado; advertid vivos ejemplos: Eva desnuda andaba cuando era santa, vistiose pecadora. a culpa fue la inventora de gala y soberbia tanta; cortó ropas el delito, ¿y de él queréis componeros? A nuestros padres primeros se las dio por sambenito Dios, que sus culpas señala en el hombre y la mujer; ¿pues no es vanidad hacer, vos del sambenito gala? DOROTEA: Esto se usa, acabad ya que quien casarse pretende obliga, pero no ofende curiosa. HOMO: ¿Y parecerá mal, a quien os manifiesta deseos del conyugal amor, si con traje igual os ve curiosa y honesta? Si lícitamente os ama, más os querrá virtüosa. Quien os busca para esposa no os pretende para dama, porque en éstas solicita el vicio su torpe arreo, que como el pecado es feo, de las galas necesita; pero en el tálamo justo la virtud sola ha de ser galas con que la mujer dé seguridad al gusto. Vos sois hermosa que basta; dejad tabíes a las feas, que las mejores preseas son virtudes en la casta. DOROTEA: Persuasión la gracia os dió con que eficaz convertís. Sastre santo, vos vestis almas, que los cuerpos no. Escoged pues de que sea la ropa que he de traer, que desde hoy tiene de ser discípula Dorotea de vuestra sabia doctrina, si ya, por ser más feliz, no fuera vuestra aprendiz. (A cuanto quiere me inclina. Aparte Si gallardo me enamora, virtüoso me reprime. ¡Ay cielos, haced que estime el corazón que le adora!) HOMO: Dejad eso por mi cuenta, veréis cuan curiosa y grave os saco a vistas. DOROTEA: (No sabe Aparte el alma en verle contenta apartarse de los ojos.) ¿Qué es eso? HOMO: Es la medida,
Saca una medida de pergamino
que si fuera conocida, con más humildes despojos se vistiera el que es discreto. Ya veis que es de pergamino, y fue misterio divino, que el pergamino, en efeto, es piel de un cordero muerto, porque de pieles vistió Dios nuestros padres, y dio con tal ropa aviso cierto a los hombres que los males del goloso y triste hechizo por su soberbia los hizo generalmente mortales. Mida pues el pergamino las ropas, y si es cordero, Cristo lo fue verdadero ya humano, si antes divino; que si me ajusto y me visto de él, cumpliré en tal demanda lo que San Pablo me manda, que es que me vista Cristo. Comencemos por aquí.
Saca la tijera, ábrela y besa el nudo
DOROTEA: ¿Por qué,besáis la tijera? HOMO: Porque la cruz considera el alma en ella. DOROTEA: Es ansí; mirad que soy de cintura estrecha, medidla bien. HOMO: Estrechez pide también Dios, señora a la criatura, ceñir nos manda y tener en la mano ardiente luz. Cristo se estrechó en la cruz, lo mismo habemos de hacer para escapar de los lazos donde el alma pierde pie.
Al tiempo que la ciñe la cintura con la medida, tropieza ella y abrázase con él
DOROTEA: ¡Válgame Dios, tropecé por teneros en mis brazos! HOMO: ¡Suelte! ¡Jesús! ¿Está en sí? DOROTEA: En mí no, que en vos estoy; el alma os di, agora os doy los brazos, doléos de mí. No penséis que os solicito para el amor reprobado; para el tálamo sagrado os llamo, en él os admito. Rica soy, de un mercader caudaloso fui heredera; un caballero me espera y un letrado por mujer. Vos sois sastre, ¿mas qué importa? poco oficio nos divide, paños el mercader mide y el sastre los mide y corta. Honesto me habéis rendido, gentil me habéis hechizado, mozo me habéis abrasado y santo me habéis vencido. Cortad para nuestra boda galas, sed esposo y sastre. HOMO: Tal vez lleva a pique el lastre la nave y la gente toda. Tormenta se ha levantado que los apetitos ciega, y cuando el alma se anega remedio es echarse a nado. Dichoso aquél que se escapa del golfo y del mar se aleja. Adiós, que en la mano os deja tentación, Josef, la capa.
Vase y déjala la capa
DOROTEA: ¿Qué es ésto? ¿Tal menósprecio sufre una mujer honrada? ¡Ola, crïados, vecinos, agravios de amor me abrasan!
Sale PENDÓN
PENDÓN: ¿Quién da voces? ¿Qué tenemos? DOROTEA: Aquél hombre, aquél que engaña con hipócritas mentiras, santo sólo en las palabras, aquél que virtudes vende, aquél que se entró en mi casa sin llamarle, aquél... PENDÓN: ¡Qué aquelas! ¿Di quién es, que estás extraña? DOROTEA: El que llaman Homo Bono y es hombre malo, intentaba luego que de aquí te fuiste... PENDÓN: ¿Qué? ¿Hacerte de una vez sastra? DOROTEA: Deshonrarme. PENDÓN: ¡Por lo menos! Y por lo más, ¿qué buscaba? Miren, si te dije yo, ¿sastre y santo? ¡Cosá rara! Cuervo blanco, nieve negra, luz oscura, firme paja, sol de noche, poeta rico, caballero sin mohatras, viuda de noche y sin duende, doncella no pellizcada, tahur sin echar por vidas, contrabajo y beber agua, es decir que hay sastre y santo. DOROTEA: Dejóme, cuál ves, la capa cuando vio que daba voces. PENDÓN: Mira; un sastre es cosa usada sisar para su pendón cuanta ropa rica o basta encomienda a la tijera, por eso son desbocadas. Vióte virgen e intentó, imaginándote intacta, hacerte virgen Pendóna y por esto te sisaba.
Sale ROBERTO, viejo
ROBERTO: Alborotado y en cuerpo, vi, que salió de esta casa mi hijo, y sin que pudiese detenerle. Más me espanta cuanto más sé su modestia; ¿qué accidente será causa de tan nueva turbación? Mil dudas me ofrece el alma. Señora, saber quisiera qué suceso o qué desgracia a un hijo que me dio el cielo, huyendo y turbado saca de aquí, donde entró a serviros. DOROTEA: ¿Es hijo vuestro el que llaman en Cremona el Homo Bono? ROBERTO: Sí, señora. DOROTEA: Mal se hermanan nombre y obras. ROBERTO: ¿Pues por qué? DOROTEA: Porque en acciones contrarias, cuando virtudes predica, vicios contrarios le infaman. A que cortase un vestido le llamé. PENDÓN: Mejor cortara ribetes el sastricida, que remedian boticarias. DOROTEA: Y quedando con él sola quiso... PENDÓN: Quiso golosmearla. ROBERTO: ¿Vísteslo vos? PENDÓN: Acechélo. ROBERTO: ¡Mirad lo que decís! DOROTEA: ¡Basta! ROBERTO: Reparad, señora mía, que mi hijo es en Italia el sol de la compostura. PENDÓN: Soles hay que anuncian agua. ROBERTO: Mirad que en él no hasta ahora vió la torpeza en su cara señal por donde pudiese la mallcia murmurarla. PENDÓN: Hay caras ya taberneras que venden a los que engañan vino que es vinagre y zupia. DOROTEA: ¿Conoceréis esta capa? ROBERTO: Ésa es suya. DOROTEA: Y es testigo de su torpeza villana; que, porque me oyó dar voces, dejó en ella vinculada mi deshonra y su delito PENDÓN: Y también se echa a las vacas la capa como a los toros. ROBERTO: Si eso es verdad, la venganza os dará quien le dió el ser; pero afirmarlo vos basta, que os respetan bien nacida y os autorizan honrada. Humilde oficio profeso, pero en mi esfera se guarda la opinión como la vida, que hasta aquí no admitió mancha. ¡Vive Dios! ¡Que he de verter su sangre para lavarla, si como es un hijo solo fuera del orbe monarca! DOROTEA: ¿Luego, vais a darle muerte? ROBERTO: ¿Pues no es justo? DOROTEA: ¡Ay, desdichada! No le matéis que le adoro. PENDÓN: (Derrengóse con la carga.) Aparte DOROTEA: Haced vos que sea mi dueño, gobierne mi hacienda y casa, médreme yo esposa suya, quedaré alegre y vengada. ROBERTO: ¿Pues no decís que intentó forzaros? DOROTEA: Mal me forzara quien por derecho del cielo es dueño único de mi alma. Forzóme a adorarle Amor, porque es fuerza voluntaria la belleza, que un discreto llamó apacible tirana. Mano le pedí de esposo, ya sabéis vos si hacendada le igualo en la profesión, no digo le hago ventaja. Desprecióme, huyó y quedé sin el dueño y con la capa como al tahur que ha perdido le consuela la baraja; padre--que os doy este nombre-- sedlo en remediar mis ansias. Virtud quiero, que no hacienda; muchos su dueño me llaman que mi mano solicitan. Homo Bono es quien me abrasa, no en torpe fuego, eso no, pero sí en honestas llamas. Sed tercero vos en ellas o prevenid a desgracias que en mí han de ser infalibles tragedias que os den infamias. ROBERTO: Señora, siendo eso cierto, mucho más mi hijo me agravia en no estimar prendas vuestras que primero en violentarlas. Buscábale compañía que con belleza mediana virtudes trujese en dote, caudal que nunca se acaba; agora, pues, que hallo en vos hermosura, hacienda, gracia, virtud, amor y cordura, ¿qué pretendo? ¿Qué le falta? Siempre me ha sido obediente. Como en vos no haya mudanza, yo sé que habrá en él deseos que los vuestros satisfagan. Mañana vendrá a rendiros el alma y pecho. DOROTEA: ¿Mañana? PENDÓN: (No, sino hoy. Prisas doncellas Aparte luego opilan si se tardan.) DOROTEA: Cumplid como prometéis. ROBERTO: Desempeñaré palabras con obras que yo apetezco.
Vase
PENDÓN: (Mire que las que se casan, Aparte los instantes de sus bodas juzgan leguas de la Mancha.)
Salen GRIMALDO de estudiante y LELIO de caballero
GRIMALDO: Dorotea, litigantes sobre tu amor, Lelio y yo, la esperanza nos citó a tus estrados amantes. Amigos éramos antes; mas pleitos de tu bondad mudan nuestra voluntad en competencia enemiga, que si es cuerdo, no hay quien diga que en pleitos hay amistad. El alega de su parte favores que tú le has hecho, y yo informo en mi derecho muchos más para obligarte; sentencia con declararte a quién escoger ordenas, porque remates las penas de la esperanza que agostas, y condenarásle en costas si a tu olvido le condenas. LELIO: Yo sé que con buenos ojos mi amor miras y agradeces mi voluntad, cuantas veces das alivio a mis enojos. Píntase Amor con antojos en fe, que es corto de vista; podrá ser que en tu conquista se engañe porque ve mal; por eso en tu tribunal viene a explicar la revista. Noble soy, expectativa, tengo de ser sucesor de un tío cuyo valor como en sangre en oro estriba; quieran los cielos no viva un hijo que tiene en poco, que si yo su hacienda toco, y conquisto tu belleza, mi calidad y riqueza darán envidia a este loco. GRIMALDO: De tu esperanza homicida colegir tu engaño puedes, pues para que rico quedes han de perder dos la vida. La mía no es tan falida, pues a menos costa espero, si el grado que pido adquiero, enriquecer sin matar, que es bajeza el desear tanta muerte por dinero. DOROTEA: Lelio, Grimaldo, yo estoy por entrambos obligada, y también determinada a declarar cuya soy. Dadme de término hoy, y prevenid la paciencia para mañana, en mi audiencia; que si el pretender es justo, en tribunales del gusto dará mi amor la sentencia.
Vase
LELIO: Respondiónos en enigma. GRIMALDO: Sí; mas de ambiguas razones en sus ojos mis pasiones han visto lo que me estima. LELIO: Vana esperanza te anima, cuando penetra mi amor el que me tiene interior. GRIMALDO: Cuando tu soberbia abajes y Amor se obligue a mis gajes, tu engaño conocerás. LELIO: Yo sé que me envidiarás. PENDÓN: "Lo veredes," dijo Agrajes.

FIN DEL ACTO PRIMERO

Santo y sastre, Jornada II  


Texto electrónico por Vern G. Williamsen y J T Abraham
Formateo adicional por Matthew D. Stroud
 

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Actualización más reciente: 25 Jun 2002