ACTO SEGUNDO


Salen ARÓN y MARÍA hermanos
MARÍA: Mucho estima Faraón a nuestro hermano Moisén. ARÓN: ¿Qué hace en quererle bien si le tiene obligación? MARÍA: Aunque me admira y espanta que haciéndole tal favor nos traten con tal rigor y nuestra opresión sea tanta. ARÓN: Nada te espante, María, que cuando mira un privado que es querido y envidïado toda aquella lozanía, y rueda que hace el privar, si mira la emulación la deshace cual pavón porque es descenso al quitar. Y aunque el rey le quiera bien, si el reino le quiere mal, la opinión del vulgo es tal que el favor vuelve desdén. MARÍA: ¿Si habrá Moisén intentado, Arón, nuestra libertad? ARÓN: Aunque le tiene amistad, no sé si será acertado, porque como el pueblo hebreo tantos provechos le da, dificultoso será ver logrado su deseo. Y así, aunque intente Moisén libertar a sus hermanos, es fuerza que los gitanos de otro parecer estén. MARÍA: ¿Y el pueblo no busca medio con que pueda libertarse? ARÓN: ¿Qué remedio puede hallarse si Dios no nos da remedio?
Sale MASAR, corriendo
MASAR: ¡Albricias! MARÍA: ¿De qué, Masar? MASAR: De que viene Faraón, y viendo nuestra opresión, sin duda se ha de humanar. ARÓN: ¿A qué viene? MASAR: Salió al prado a gozar del fresco abril, y cogiendo flores mil a nuestro barrio ha llegado. Cuando sacan a ahorcar a alguno, dicen que es ley que le haga libre el rey si el rey le llega a mirar. Nosotros presos estamos, y ojalá nos ahorcaran, que con aqueso acabaran las desdichas que pasamos. Y pues en vernos se emplea a sus pies me he de poner, y pedirle de comer, ya que otra cosa no sea. Diréle: "Señor Faraón, advierta que soy Masar que como cesó el pelear se acabó el tragazón. Yo soy el que sujeté todo el reino de Etïopia, y pues me ve en tanta inopia humánese su merced." Dirá luego Faraón-- "Razón tiene este soldado. Bien merece ser premiado. Denle de leche un capón, un pedazo de ternera, un pavo en casa cebado, un lechoncillo tostado por de dentro y por de fuera, un perdiz y un faisán, los más regalados vinos, melón, rábanos, pepinos, y una fanega de pan. Y esto para cada día, porque Masar es mi amigo, y siendo así coman digo conmigo Arón y María." MARÍA: Es la comida extremada. Quiera Dios que así suceda. MASAR: Si Fortuna ata su rueda ella será sazonada.
Salen NACOR y FARAÓN
FARAÓN: ¿Adónde queda Moisén? NACOR: A despachar el recado que mandaste. FARAÓN: Gran cuidado tiene de servirme bien. NACOR: Mucho tu favor le abona, y ojalá que tu favor no le convierta en traidor, y te quite la corona. FARAÓN: Si has de hablar mal de Moisén, tratar de otra cosa es justo. NACOR: Señor, hágase tu gusto, pero yo deseo tu bien. FARAÓN: ¿No se supo del veedor? NACOR: Nada señor se ha sabido. FARAÓN: Por quien soy; que lo he sentido. MARÍA: ¿No llegas? MASAR: Tengo temor. MARÍA: ¿Es ésa la valentía y el ánimo generoso? ¿De qué estás tan temeroso? MASAR: Nada te espante, María; que llegar a hablar [a] un rey acobarda y pone miedo. MARÍA: ¡Albricias pedirte puedo si se ha de cumplir la ley que dices, pues llega a vernos. ARÓN: Plega a Dios que sea por bien el venir hoy a Jesén Faraón. MASAR: ¿Qué puede hacernos? Si no es apretar la llaga, yo no hallo ya otro mal.
Ha estado FARAÓN mirando a MARÍA
FARAÓN: El dios rapacillo es tal que me ha obligado a miralla. ¿Quién es aquesa mujer? NACOR: Señor, de nación hebrea. FARAÓN: Hablarla el alma desea. NACOR: Eso fácil viene a ser. Esclavos, ¿qué estáis haciendo? MASAR: (¡Ah, pobre de ti, Masar! Aparte Aquí te manda colgar).
Temblando
Yo, señor, ¿en qué te ofendo? NACOR: ¿Qué hacéis así los tres? ¿Cómo no estáis de rodillas?
De rodillas
MASAR: Ya la boca y pantorrillas señor, están a sus pies. MARÍA: Perdóneme, vuestra alteza, si ha sido descortesía. FARAÓN: Levantad, por vida mía. Nacor, mucho es su belleza. NACOR: Parece que te ha picado. FARAÓN: Verdad es ésa, Nacor. NACOR: Si es verdad, tú eres señor y ella esclava. ARÓN: Ten cuidado, María, con Faraón y esto no te cause enojos, que si mienten mis ojos los tuyos le dan pasión. FARAÓN: En efeto, hermosa hebrea, ¿sois esclava? MARÍA: Agora, sí aunque en libertad nací. FARAÓN: ¿En qué en el campo se emplea vuestra belleza? MARÍA: Señor, hago en esta esclavitud la necesidad virtud cogiendo una y otra flor. FARAÓN: Si Flora discreta fuera, adonde estáis no llegara porque en vuestra hermosa cara siempre está la primavera. Vuestras mejillas son rosas de fragrancias peregrinas; vuestros labios clavellinas más que el ámbar olorosas, Y considerando estoy en ese mundo pequeño que es cifra, borrón y sueño lo que tengo y lo que soy. Vos sois un jardín, en fin, puesto con tal perfección que desea Faraón ser dueño de tal jardín. MARÍA: Aunque sea atrevimiento responder a vuestra alteza, oponiendo mi bajeza a vuestro sublime asiento, respondo como mujer usando de aqueste nombre, y digo que es propio de hombre alabar y engrandecer todo aquello que desea, y se echa de ver, señor, que estudiastes con primor el arte en que se recrea. Vuestro ingenio peregrino que es de pintor, bien pintáis pues con primor retratáis un jardín. Pincel divino es el vuestro, y delicado. Bien aplicáis el color dándole sombras de amor por uno y por otro lado; pero descubre mi pecho a la destreza y donaire, que como son flores de aire no pueden ser de provecho. FARAÓN: Acerca más los reflejos de tu sol, hermosa hebrea. MARÍA: Vuestra majestad me crea que parecen desde lejos mejor aquestos países. Lejos la vista se agrada mas llegando cerca es nada. FARAÓN: Discreta hebrea, no eclipses el sol de mi amor así. Dame una mano. ARÓN: María, mucho Faraón porfía. MARÍA: Arón, no temas de mí. FARAÓN: Acaba, dame la mano. ¿No te obliga el ser quien soy? MARÍA: Nunca yo mi mano doy sino para dar de mano. FARAÓN: ¿Qué rigor a éste se iguala? Acaba, no estés tan dura. MARÍA: Si es para ver mi ventura, ya sé que la tengo mala. MASAR: (¡Qué se haga de rogar Aparte esta mujer! Mucho temo que por hacer tanto extremo, nos tiene de maltratar. ¡Mal haya quien no me hizo mujer en esta ocasión; que yo hiciera a Faraón, hallándole antojadizo, que mi pueblo libertara). FARAÓN: ¿No se ablanda tu rigor? NACOR: Si fuera que tú, señor, yo por fuerza la gozara, y esto por justa ley; que es demasiado rigor mostrar tanto desamor siendo ella esclava y tú rey. MARÍA: Esclava soy, ¿pero cuya? NACOR: De Faraón. MARÍA: Eso no; que cuya soy me mandó que no diga que soy suya.
Vase MARÍA
FARAÓN: ¿Hay resolución mayor? ¿Hay más rigor y desdén? NACOR: Manda abrasar a Jesén pues eres rey y señor. FARAÓN: Antes se debe estimar este desdén; que si luego se sujetara a mi ruego fuera fácil de olvidar. Y así experiencia tendrás no culpando su respuesta, que aquello que mucho cuesta se viene a estimar en más. ARÓN: Bien parece que es mi hermana en el valor que ha tenido. MASAR: Antes en aquesto ha sido, Arón, poco cortesana; porque si el rey la quería, en haciendo un Faraoncito, libres fuéramos de Egipto y ella en esto, poco hacía. ARÓN: Loco estás y así te dejo.
Vase ARÓN
MASAR: Arón, vamos poco a poco, aunque más quiero ser loco que no como vos pellejo. FARAÓN: ¿Con quién es aquese enfado? MASAR: No es enfado. FARAÓN: Pues, ¿qué ha sido? MASAR: Sobre que no te ha querido y la respuesta que ha dado María a tu mucho amor. Yo digo que no hace bien porque de tanto desdén ha de nacer tu rigor. Y lo vendré yo a pagar, sin estar culpado en nada. Señor, si acaso te agrada algo del pobre Masar, aquí estoy. No hay que decir que si yo fuera mujer bueno estaba de vencer. FARAÓN: Masar, ¿quiéresme servir? MASAR: Ya digo que tuyo soy. Ordena lo que más cuadre que hago cuenta que mi madre al mundo me saca hoy. (Ya he salido de pobrete). Aparte FARAÓN: María se fue crüel. ¿Sabrás llevarla un papel? MASAR: Y aun sabré ser alcahuete.
Salen DATÁN y AVIRÓN, hermanos, asidos de un pan, riñendo y MOISÉN, metiendo paz
DATÁN: Todo el pan me he de llevar. MOISÉN: Datán, no tienes razón, que siendo el pan de Avirón, ¿por qué se le has de tomar? AVIRÓN: Por ser mi mayor hermano el pan tomarme ha querido, y crüel ha pretendido quitármele de la mano. Díceme que su mujer y hijos necesidad tienen, y yo la mitad, dejándolo de comer le daba, mas no ha querido sino llevársele entero. MOISÉN: Mediar en el caso quiero.
Llégase [FARAÓN] a escuchar
FARAÓN: En ocasión he venido que pienso ver de Moisén la prudencia y la rectitud. MOISÉN: Considera la virtud de Avirón y ten por bien llevar del pan la mitad; que no porque seas mayor has de ultrajar al menor. Reconoce su hermandad; que hace Avirón como hermano en dar la mitad del pan, y considera, Datán, que haces tú como tirano. Siendo éste pan de Avirón, cuando te da la mitad no has de querer con crueldad quitarle la posesión; que antes, mejor pareciera, cuando contigo le parte, agradecido mostrarte que estar de aquesta manera. Porque el agradecimiento en quien recibe es debido, y es siempre mal recibido el desagradecimiento. Y en este caso has mostrado, tratándole de esta suerte que aun por librarle de muerte, no le dieras un bocado. AVIRÓN: Justo fuera no mostrar conmigo tanto rigor, pues sabe que con dolor vengo este pan a buscar para quien el ser le ha dado; mas, ¡tener tanta crueldad cuando le doy la mitad! Sin duda que le ha engendrado algún fiero cocodrilo o alguna tigre crüel que se ha convertido en él, en las riberas del Nilo. Y para estar tan tirano, no hallo razón que le cuadre; mas quien lo quita a su padre, poco es quitarlo a su hermano. DATÁN: Demasiada libertad es, Avirón, la que tienes. ¿Qué importa que el campo llenes que me dabas la mitad del pan si le he menester entero en esa ocasión? AVIRÓN: ¿Y no te da compasión que esté un viejo sin comer? DATÁN: Eliab está muy viejo. AVIRÓN: Mejor tu padre dijeras. DATÁN: Y así para hablar de veras, morir es mejor consejo que vivir en tanto afán y sujeto a tal rigor, pues el regalo mayor es comer cebolla y pan. Y siendo más triste suerte vivir con necesidad no atribuyas a crueldad el desearle la muerte. MOISÉN: Deja argumentos aparte y no quieras, siendo infiel, ser con tu padre crüel, ni pretendas excusarte estando yo aquí esta vez. Da la mitad a Avirón. DATÁN: ¡Notable resolución! ¿Acaso eres nuestro juez que me quieres compeler a dar la mitad aquí? O, ¿quieres matarme a mí como mataste a Eliacer? NACOR: Advierte bien lo que dice. FARAÓN: Ya me pesa de escucharle. MOISÉN: Tu honor me obligó a matarle; que por mi honor no lo hice. Y cuando a ti te matara, Datán, si lo consideras, ni tú a mí me descubrieras ni tal razón te escuchara.
Vanse DATÁN y AVIRÓN
FARAÓN: ¡Moisén! MOISÉN: ¿Señor? FARAÓN: ¿Homicida crüel fuiste de Eliacer? MOISÉN: Señor... FARAÓN: No hay que responder. En peligro está tu vida. Todo el reino me pedía tu muerte con mucha instancia, y por serme de importancia tu vida, le entretenía. Buscaba alguna ocasión en que te hallaste culpado, y es bastante la que he hallado a cualquiera ejecución porque matar al veedor de mis obras es delito que pide que en todo Egipto se publique mi rigor. Fuerza es que me ha de pesar porque en ti miro mi hechura, pero amparar no es cordura lo que es digno castigar. Busca, Nacor, un verdugo que ejecute mi rigor. NACOR: a buscarle voy, señor.
Vase [NACOR]
MASAR: Gracias a Dios que le plugo librarme de oficio tal, porque tamañito estaba temiendo cuando llamaba para entregarme el puñal.
De rodillas
MOISÉN: Señor, ya que en tu real mano está mi vida o mi muerte, y es la vida frágil sombra, sueño vano, caña débil; ya que permitió Fortuna que tu favor me subiese al cielo de ser tu amigo, y en las esferas celestes de tu amistad colocado me vi, sin temer vaivenes porque la gracia del rey seguridades promete; y ya que la envidia fiera postrado a tus pies me tiene, mas no me espanto que he sido luna y es razón que mengüe porque en su natural curso para menguar crece siempre, y es fuerza, si el sol la falta que su luz no reverbere, dióme el sol de tu favor, luna fui resplandeciente, llegué al punto más sublime y en un punto llegué a verme sin la luz que me alumbraba; pero son del mundo bienes tan de espacio a alcanzarse como al deshacerse breves. No imagines, gran señor, que relato estas mercedes para que me des la vida. No ha sido mi intento aqueste, pero ya que al ojo tengo el morir, pues ya previenes instrumentos que a mi vida de la acción vital cercenen, sólo te pido, señor, un favor, no me le niegues, y para que le concedas será razón que te acuerdes que soy tu hechura y tu esclavo, tú quien puedes concederme que no muera en tu desgracia para tener fin alegre, sólo pido este favor y luego venga la muerte, que morir del rey amigos da descanso a los que mueren. FARAÓN: Si al peso que te quería supieras corresponderme, nunca, Moisén, tal delito cometieras como aqueste. ¿Sobre qué bases fundaba la máquina de atreverte quitar la vida a quien yo por amigo estimé siempre? Si mi favor, si mi gracia te obligó a que te atrevieses, razón fuera que miraras que los reyes no consienten privados tan atrevidos y los discretos previenen que como saben premiar saben castigar los reyes. Que te quitase la vida me pidió el reino mil veces, y por estimarte tanto temí sin causa ofenderte. Siempre sin culpa te hallaba, mas en la ocasión presente no hay razón que te disculpe de culpa que es tan aleve. Darte la vida quisiera, pero el reino, si no mueres, me ha de quitar la corona y darme también la muerte. MOISÉN: Señor... FARAÓN: No quiero escucharte que podrán enternecerme tus palabras si te escuchen. Ver quiero si Nacor viene. MASAR: (Yo quiero escurrir la bola Aparte porque aqueste no se acuerde de mí, haciéndome verdugo). FARAÓN: Mas aquí está quien degüelle a Moisén. ¿Oyes, Masar? MASAR: ¿Qué mandas a este sirviente? (Ciertos son los toros). Aparte
[FARAÓN] le da una daga a [MASAR]
FARAÓN: Toma; y al pie de aquesos laureles quita la vida a Moisén antes que la Fama vuele del delito y los gitanos por ser atroz le apedreen. MASAR: ¿En los laureles, señor? ¿Es acaso porque temes putrefacción y a su cuerpo quieres que hagan escabeche? FARAÓN: Acaba, Masar. MASAR: ¿Moisén? MOISÉN: ¿Qué dices? MASAR: Perdón concede a este verdugo novato que se enseña a cortar nueces en la tuya.
Pónese MOISÉN de rodillas
MOISÉN: Date prisa pues el cielo santo quiere que yo de esta suerte acabe. FARAÓN: No seáis impertinente. ¡Masar!
[MASAR] afila la daga en la mano
MASAR: Estoy amolando de aquesta daga los dientes para que mejor de un golpe todo el gaznate se lleve. ¡Ea, brazo! Dios te ayude para que a Moisén degüelles con gracia y que le duela.
Queda como ciega y anda a tiento
Pero ya el cielo no quiere que aqueste oficio ejercite, pues ya sin vista me tiene. ¡Ah, Moisén! ¿Adónde estás?
Va a topar con FARAÓN
FARAÓN: Detente, Masar, detente. ¡Qué soy el rey! MASAR: No me engañes. MOISÉN: Masar, hacia el laurel vuelve que aguardando está Moisén. MASAR: Habla, porque allá me lleven los ecos.
Dentro [una voz de ÁNGEL]
ÁNGEL: El cielo ordena que te vayas libremente, Moisén, y dejes a Egipto porque guardado te tiene para mayores empresas. MOISÉN: Pues yo parto a obedecelle.
Vase MOISÉN, y FARAÓN queda como mudo, haciendo fuerza para hablar, y MASAR buscándole
MASAR: ¿Adónde estás? FARAÓN: Tente, tente. MASAR: ¿Es posible que no acierte? ¿Adónde estás? FARAÓN: ¡Va, va, va! MASAR: ¿Quien aquí mudo parece? ¡Ah, Moisén! ¡Ah, Faraón! FARAÓN: ¡Va, va, va!
Ve MASAR
MASAR: Señor, ¿no entiendes que te estoy llamando? FARAÓN: ¡Va!
Señale [FARAÓN] por donde se fue
MASAR: Ya te entiendo, que se fuese le mandaste. FARAÓN: ¡Va, va, va! MASAR: Hizo bien de obedecerte.
Sale NACOR
NACOR: Ya, señor, viene el verdugo. MASAR: ¡A famoso tiempo viene! FARAÓN: ¿No has encontrado a Moisén? NACOR: No, señor. FARAÓN: Pues, le defiende el cielo. Sin duda importa a todo el reino. NACOR: ¿Qué leyes dispensan con él? FARAÓN: Nacor, su estrella le favorece, que verle ir y no poder decir que le detuviesen y cegar Masar, no hay duda de que buena estrella tiene. Vamos a buscarle amigos. MASAR: Vamos, antes que se aleje. (Gracias a Dios que fui ciego Aparte y vuelvo con vista a verme).
Vanse y salen JETRO, viejo, y SÉFORA, de pastora muy bizarra
JETRO: Ya es hora que al ganado, Séfora, vayas; que el planeta ardiente el cabello dorado recoge ya en su eclíptica luciente, y bizarro y airoso va volviendo su carro presuroso. De la sed obligadas, la fiesta habían dejado las ovejas y la ondas plateadas junto a los pozos pedirán con quejas. El ganado no aguarde que son muchos pastores y es ya tarde. Y si llegan primero, han de querer ganarte por la mano, porque el abrevadero ser común para todos está llano, y así apresura el paso antes que el sol se esconda en el Ocaso. SÉFORA: Yo voy con mucho gusto obedeciendo, padre, tu mandado, y aunque venga robusto el pastor a dar agua a su ganado, viendo mi airoso brío, primero beberá el ganado mío. JETRO: No han tenido respeto, señora a tu belleza, y así digo que has de verse en aprieto porque no se halla amigo para amigo. SÉFORA: Yo sé que el campo y flores a mi ganado están diciendo amores. El cantueso se alegra, tapete haciendo el campo matizado, y entre una y otra quiebra muestra el junquillo su color dorado, y el tomillo salsero olores vierte, alegre y placentero. La pálida retama ya que parte no tiene en esta alfombra, sobre la verde grama sirve de choza, haciendo fresca sombra donde la noche inquieta pasa el rigor del fuego del planeta. JETRO: Yo estoy bien satisfecho que todo lo que has dicho se te rinda; mas en aqueste hecho, aunque el campo a tus pies con flores brinda, los groseros pastores no reparan que el campo te haga amores. Tus hermanas aguardan. Vete porque después temprano vengas. SÉFORA: Mis pies no se acobardan, tu gusto voy a hacer sin más arengas. Obedecerte es justo; que tu gusto es el blasón de mi gusto.
Vanse y sale MOISÉN, de pastor
MOISÉN: ¿Adónde pies cansados hallaréis esta noche posada que os recoja en tierra extraña, donde de mil cuidados --en tanto que en su coche lumina el sol los indios y acompaña y sus caballos baña el piélago undoso-- podáis tener reposo, dándoos un rato al sueño que contra los cuidados es beleño? Mas quien huyendo viene, en nada halla descanso ni le tiene. De Faraón la ira, siendo rey poderoso, vengo huyendo, que matarme quiso. El suceso me admira, el caso es portentoso, pues el cielo en tal trance me dio aviso. Un pozo allí diviso. Quiero con sus cristales dar alivio a mis males, adonde recostado un poco se suspenda mi cuidado aunque el que huyendo viene en nada halla descanso, ni le tiene.
Estará hecho un pozo, y recuéstase MOISÉN, y salen SÉFORA y ADAR, pastor, deteniéndola
SÉFORA: Primero a mi ganado daré del cristal puro. ADAR: Séfora, no te canses, que es en vano. Yo primero he llegado y que beba procuro primero, que he ganado por la mano. MOISÉN: ¡Qué grosero y villano se muestra en este caso! ADAR: Séfora, ten el paso, que no por ser hermosa has de ser atrevida y licenciosa. SÉFORA: Si tú discreto fueras, sólo por ser mujer lo permitieras. Mas de esto a sacar vengo que eres bárbaro y loco, pues de esta suerte a una mujer maltratas. ADAR: ¿Cómo paciencia tengo y a furia no provoco mi corazón de ver que así me tratas? MOISÉN: Atájense bravatas aquí, pastor airoso, que aqueste cielo hermoso más amistad merece de la que esta acción tu lengua ofrece. Decid, por vida mía, ¿qué ocasión os ha puesto en tal porfía? SÉFORA: Beben de los cristales, serrano forastero, de aqueste pozo todas las ovejas llenando estas canales hasta el abrevadero y forma como ves, aquestas quejas --sin ver que las madejas rubicundas de Febo dan en oriente nuevo noticia que se aleja y que su luz aquestos polos deja-- sólo porque he querido que fuese mi ganado preferido. MOISÉN: El ser mujer bastara, cuando el sol se estuviera en medio de su eclíptica luciente, para que no estorbara que el ganado bebiera cuanto más cuando llega al occidente. Acción impertinente es la que se ha intentado, y huelgo haber llegado en ocasión que pueda mostrar que es troglodita quien tal veda; que es gran descortesía intentar con mujer tal villanía. ADAR: Menos hablar, serrano, porque hay quien lo defienda y es arrogancia hablar de esa manera. MOISÉN: Bien muestras ser villano en aquesta contienda, que noble pecho nunca tal hiciera. Pero si no estuviera esta mujer delante, yo te hiciera, arrogante, que atrevido no hablaras, y que sacar el agua no estorbaras.
Alza el cayado y amágale y detiénele
SÉFORA: Detente. ADAR: ¡Si eres loco! Beba aunque el mío se detenga un poco.
Vase
MOISÉN: Llega, hermosa serrana, que yo ayudarte quiero porque beba más presto tu ganado. SÉFORA: Tu valor mucho allana, y agradecer espero, viéndote cortesano y arriscado, lo que me has obligado; y porque más te cuadre, trataré con mi padre, si cesa tu camino y quieres de estos valles ser vecino, que te quedes en casa para pagarte esta merced sin tasa. MOISÉN: Serrana de los cielos, mucho en eso ganara. SÉFORA: Pues saquemos el agua y trataráse. MOISÉN: (Ya me ha dado desvelos Aparte esta belleza rara. Dichoso vengo a ser si lo trazase). SÉFORA: (Si él quedarse alcanzase Aparte ventura fuera mía, pues aquí pagaría el favor que me ha hecho). MOISÉN: De tu nobleza quedo satisfecho y sólo sé decirte que no quiero más premio que servirte.
Van sacando agua del pozo y mirándose el uno al otro
SÉFORA: ¿Quién te trujo, gitano, tan bizarro y airoso, al valle de Madián, a ser mi amparo? MOISÉN: El cielo soberano, mostrándose piadoso, no ha querido conmigo ser avaro; porque si bien reparo
Van sacando y vertiendo
hallo en tus bellos ojos dos niñas quitaenojos y en ella dos estrellas que hieren corazones sus centellas. SÉFORA: Vamos, que tus razones centellas son que abrasan corazones.
Vanse y salen MARÍA, y MASAR trae una carta
MARÍA: Bien has mostrado, Masar, después que sirves al rey y te has hecho de otra ley que es gran cosa gobernar. Ya olvidas a tu nación y eres valiente gitano. MASAR: ¿No consideras qué gano en servir a Faraón? MARÍA: ¿Qué ganas? MASAR: Vengo a ganar, ya que obligas a decillo, no merendar con ladrillo ni con ladrillo almorzar, no andar hecho jornalero cercado de mil tareas y no sacarme correas, si no trabajo, del cuero. Es gran cosa comer ollas sin verse en tantos trabajos siendo los principios ajos y la comida cebollas. MARÍA: Y si aqueso no faltara, no fuera, Masar, tan malo que al fin con este regalo tanta opresión se pasara. MASAR: Yo fui de buena ventura. MARÍA: Conversando con gitanos, mucho sabrás ya de manos. MASAR: Merlín en alzar figura soy, y si haces experiencia, conocerás que soy sabio porque el más diestro astrolabio conmigo es hombre sin ciencia. En la predicción futura ninguno me ha de ganar y así te quiero cantar tu buena o mala ventura: Dame la mano y verás en las orillas del Nilo cosas dichas con estilo que no se ha visto jamás. MARÍA: Si tan adelante vienes, agora pretendo ser en lo curioso mujer por ver el genio que tienes.
Dale la mano. Mírala MASAR
MASAR: Para haber de declarar tantas rayas y tan buenas de tantos misterios llenas, primero se ha de asentar que nace cada persona debajo de su ascendente de estrella, ya en en oriente o ya en la tórrida zona y según está la luna con la estrella que le inclina con su inclinación camina antes de dejar la cuna.
Va señalando
Esta raya de la vida que larga dice ha de ser publica que te has de ver desde pequeña afligida, pero también asegura ésta que en ella tropieza que ha de rendirse a una alteza tu soberana hermosura. Ésta dice que te harás de rogar, y ésta publica que por venir a ser rica y libre te rendirás. No pienses que es invención, ni tu pecho ha de alterarse que ésta dice ha de llamarse aqueste rey, Faraón. Ésta te viene a rogar que no te muestres crüel cuando te traiga un papel uno llamado Masar. Ésta tu ventura ha sido, y yo vengo a ser correo, que todo tu bien deseo. Respuesta y perdón te pido.
Dale el papel
MARÍA: Para poder responder a tan cortés alcahuete, es fuerza leer el billete. MASAR: Comienza, pues, a leer.
Lee
MARÍA: "La fuerza de los hermosos rayos que giran contra mí tus bellos soles, que sin duda alguna Júpiter tonante hizo centro y esfera de ellos, le hermosura de tu rostro de donde el rapaz alado y dios flechero los tomase para que sirviesen de arpón severo, y jara enarbolada en mi corazón, me obliga, bella hebrea--esclava no, aunque esclava que yo soy el esclavo--me obliga a decir, vuelvo, que por dueño mío te elija y constituya. Permite, si no es atrevimiento el suplicarlo, que sea favorecido con tu vista de quien la vida espera aqueste preso rey, en los grillos de tu belleza. Aguárdame esta noche que sin duda ninguna pienso verte. El Rey." MARÍA: Quién, escuchando la firma, el papel no ha de besar?
Besa el papel
Y, ¿quién no se ha de turbar con lo que el papel afirma? Mi ventura se confirma recibiendo este papel y oyendo lo que hay en él, ....................... ....................... .................. [ -el]. La respuesta darte quiero muy breve será y sucinta porque no hay papel ni tinta para un papel lisonjero; mas servirá de tintero y pluma mi lengua y boca, aunque me tenga por loca y el papel será tu mano. Y pues tú has sido gitano, el ser gitana me toca. Dame la mano, Masar.
Dale MASAR la mano
que porque no se te olvida la respuesta que me pide la quiero en ella pintar. Y de ella vendrá a sacar que esta raya de la vida le dice que se despida de que le venga a querer, aunque la venga a perder y esté en prisión afligida. Y que también le asegura ésta que en ella tropieza que es pequeña su grandeza para darme a mí ventura. Ésta dice que es locura el intento, que ha tenido, y ésta que si está perdido por ver postrado mi honor, que sabré mostrar valor contra un rey desvanecido. Ésta dice que crüel y rigurosa he de estar con un villano Masar que me trujo este papel;
Rómpele y ásele del brazo y tiembla MASAR
que a ser hijo de Israel, ser villano no intentara; mas quien con acción tan clara ha mostrado ser de Egipto la respuesta y sobreescrito quiero que lleve en la cara.
Dale un bofetón y cae MASAR y escupa sangre, y vase MARÍA
MASAR: ¡Ay, ay, que muelas escupo! ¡La quijada me has llevado! ¡Todo estoy ensangrentado! ¡Qué bien responderle supo! Notable porte me cupo de traer este billete, ¡mal haya, amén, quien se mete con amor a ser tercero, y mal haya el majadero que quiere ser alcahuete!
Vase [MASAR], y salen JETRO y SÉFORA
SÉFORA: El parabién de mi bien os vengo, señor, a dar, que no me pudisteis dar más bien que darme a Moisén. Dichoso llamo aquel día que recostado le hallé en el pozo, pues que fue parabién y dicha mía. JETRO: Luego al punto que le vi tan manso y tal reposo le dediqué para esposo tuyo, y luego te le di. Bien en todas sus acciones ostenta su discreción. SÉFORA: Padre, su conversación, su donaire y sus razones al abárimo más fiero y al más bárbaro tirano hará tratable y humano, y de un tigre hará un cordero. JETRO: ¿Dónde lo dejas agora? SÉFORA: Pastoreando va el ganado. JETRO: Hasta el ganado ha ganado. SÉFORA: Bien se ve pues se mejora. JETRO: ¿Cuándo has de volver allá? SÉFORA: La siesta tendré con él, porque no se halla sin él el alma que le di ya. JETRO: ¿Quiérenle bien los pastores que apacientan en Madián? SÉFORA: Siempre obediencia le dan los grandes y los menores. Hasta las aves pasieras cuando ven que viene el alba en su albergue le hacen salva. JETRO: No es mucho que bien le quieras si todos le quieren bien. SÉFORA: Yo confieso que le adoro, y tanto, padre, que lloro cuando no estoy con Moisén. JETRO: ¿Quiérete mucho tu esposo? ¿Muéstrase afable contigo? SÉFORA: Tanto que si no es conmigo dice que está sin reposo. JETRO: ¿A qué vienes? SÉFORA: He venido por pan. JETRO: ¿Quiéreste volver? SÉFORA: Sí, padre, por ir a ver al dueño de mi sentido. JETRO: Vamos, pues. SÉFORA: Dichosa suerte tendré con ese favor. JETRO: Ve presto, porque el amor es más fuerte que la muerte.
Vanse y sale MOISÉN de pastor, y trae el cayado
MOISÉN: En tanto que las ovejas pacen en Horeb, la grama que de hilos sirve adonde el alba perlas ensarta, en tanto, pues, que en Madián se entretienen las hermanas de Séfora, dueño mío, y ella también está en casa, con su padre entretenida, por ser Jordán de las canas de Jetro, que al fin las hijas en oro vuelven la plata de un padre que las adora, siendo las hijas honradas, quiero en este monte umbroso donde compiten las hayas con sus encumbradas puntas con la esfera tachonada de los astros luminosos, que es asiento y es alcázar del Principio sin Principio, Causa Primera de Causas, ser un rato agradecido; que no es mucho le dé gracias cuando me hallo obligado con obligaciones tantas. Mas, ¿qué digo?
Pónese de rodillas
Dios inmenso, que con sola una palabra que dijiste, se hizo luego cielo, tierra, fuego y agua; de vuestras manos las obras gracias os den, que no alcanzan mis palabras a alabaros que son toscas mis palabras. Canten los ángeles himnos, ponga el cielo luminarias, el querubín abrasado que sin cesar siempre os canta "Santo, Santo", ése os alabe que tiene la lengua arpada. El sol y luna os bendigan que sólo su curso basta para dar motivo al hombre que os alabe. Las erráticas estrellas y las estables que por la esfera más alta giran rayos, lazos formen, Señor, en vuestra alabanza. Porque si no es vuestras obras, ángel, cielo, luminarias, arpadas lenguas, sol, luna, querubín, que siempre os canta, no habrá quien os alabe porque mi lengua, Gran Señor, no sabe. El aljófar de la noche las perlas que vierte el alba, vuestro poder publicado os alaben con el nácar; el fuego crisol del oro, el invierno con su escarcha, la resplandeciente nieve, los regolfos de las aguas, la noche oscura y el día, la luz y tiniebla opaca, publiquen vuestras grandezas y con calor os den gracias, porque si no es el aljófar, perlas, fuego, crisol, nácar, invierno, nieve, regolfos, noche, día, luz y escarcha, no habrá quien os alabe porque mi lengua, Gran Señor, no sabe.
Córrese una cortina y aparécese un ÁNGEL entre unas zarzas que arden y no se quemen
ÁNGEL: ¿Oyes, Moisén? ¡Ah, Moisén!
Levántase alterado
MOISÉN: ¿Quién me nombra? ¿Quién me llama? ÁNGEL: Yo te llamo; no te alteres. MOISÉN: ¡Oh, visión extraordinaria! ¿Quién entre zarzas os puso? ÁNGEL: El amor me ha puesto en zarzas; que otro que amor no pudiera obligarme a tal hazaña. MOISÉN: Cobarde estoy, pues no llego a ver arder una zarza y no quemarse. ¿Qué es esto? ÁNGEL: Detente, Moisén; que es santa aquesta tierra que pisas. Los pies primero descalza si quieres llegar, que importa, Moisén, que descalzos traigas los pies a ver el misterio. MOISÉN: Si en aqueso se repara, ya, señor, estoy descalzo.
Descálzase
ÁNGEL: ¿Conoces a quien te habla? MOISÉN: No, señor. ÁNGEL: Pues está atento. Sabrás en breves palabras quién soy y por qué te busco. MOISÉN: No acierto a mover las plantas. ÁNGEL: Yo soy el que sin principio di ser al ser de la nada. Yo soy el Dios de tu padre.
Cúbrase MOISÉN el rostro con las manos
MOISÉN: ¡Señor! ÁNGEL: No temas, aguarda. Dios de Abrahán, Dios de Isaac, y Dios de Jacob que basta para que sepas quién soy. MOISÉN: ¿Quién mirará vuestra cara, Señor, que no quede ciego? ÁNGEL: Tú solo, porque te aguardan mayores cosas, Moisén. Sabrás que he visto las ansias de mi pueblo que afligido en tanta opresión se halla; y quiero que desde aquí con una embajada vayas a Faraón y le digas que importa que al punto salga mi pueblo de su poder para que al desierto vaya donde víctimas y aromas sacrifiquen en muchas aras que aqueste hecho he guardado para timbre de tus armas. Bien sé que no ha de querer Faraón; mas mi palabra, Moisén, no te ha de faltar que después de plagas varias con que [he de afligir a Egipto] pedirá joyas prestadas a los Egipcios mi pueblo. Yo te ayudaré a sacarlas y dándole paso libre le pondré en tierra que mana leche y miel donde tendrá por suya una tierra crasa. El capitán de Israel serás en esta jornada. Parte al punto. MOISÉN: ¿Quién soy yo para hacer tal embajada? ÁNGEL: No temas, que yo estaré contigo y seré tu guarda. MOISÉN: El Dios de Isaac y Jacob, Señor, diré en voces altas, me envía; mas si replican que cómo este Dios se llama, ¿qué les diré? ÁNGEL: Que yo soy el que soy. MOISÉN: Y si su rabia se enfurece contra mí y se pone el pueblo en armas, ¿con qué haré ostentación de esta verdad? ÁNGEL: Bien reparas, pero parte confïado que soy yo quien te lo manda. Vete a Egipto, que en Egipto verás, Moisén, mis hazañas, y aquesa vara que llevas, cuando estés dentro en la sala de Faraón, ha de dar principio a las cosas altas que has de ver. Nada te asombre; que a mi deidad soberana, no es imposible. Vete, que Arón en Tanís te aguarda donde le diré el suceso. MOISÉN: Señor, si Arón me acompaña no temo adversa fortuna. ÁNGEL: No dejes aquesa vara que tocando el Mar Bermejo con ella, puente de plata hará para que paséis. Mira que luego te vayas.
Cúbrese el ÁNGEL
MOISÉN: ¡Aguarda, señor divino! Fuése. Pues ya me parto. Capitán soy de Israel. Dios me lo dice; pues, ¡basta! Animo, cobarde pecho, que cuando Dios va en el alma, poco importan Faraones. ¡Alto, a entrar en la batalla!

FIN DEL SEGUNDO ACTO

Los prodigios de la vara y capitán de Israel, Jornada III


Texto electrónico por Vern G. Williamsen y J T Abraham
Formateo adicional por Matthew D. Stroud
 

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Actualización más reciente: 01 Jul 2002