ACTO TERCERO


 
Salen SÉFORA y JETRO
JETRO: ¿Cómo te vuelves a casa y dejas allá a Moisén? SÉFORA: Porque dura poco el bien. Oye, y sabrás lo que pasa. Ya sabes como partimos con tu licencia, con gusto, pero volvióse en disgusto el viaje que hicimos porque le quiso matar, padre, el ángel del Señor. JETRO: ¿Por qué? SÉFORA: Por ser transgresor de la ley que ha de guardar. Iban Gersán y Eliacer, mis hijos, este camino y por mandato divino mandado está que han de ser circuncidados; y aunque por ley obligado estaba, incircunciso llevaba a Eliacer. Por esto fue. Quiso quitarle la vida el ángel, y yo advirtiendo la causa, partí corriendo y aunque no iba prevenida, me dio el suelo una pizarra con que el prepucio corté que en aquesta ocasión fue su cuchillo y cimitarra. Yo, viendo suceso tal, enfadada de Moisén, volverme tuve por bien a la casa paternal; que el primero ser me ha dado, adonde con regocijos de mi padre, y de mis hijos gozaré con mi ganado. Aquésta la causa ha sido y también si lo advertís, fue por no verme en Tanís, donde está el pueblo afligido de Israel, que si le viera en trance tan riguroso como Moisén es mi esposo y es hebreo, lo sintiera. JETRO: Alabo tu discreción que sabe el cielo, hija mía, como tu ausencia sentía. SÉFORA: Harto siente el corazón su ausencia, aunque en esta ausencia me consuela--y es forzoso-- ver que queda a ser mi esposo un padre que está en presencia. JETRO: Tú vienes a ser también, con notable regocijo, señora, un querido hijo en ausencia de Moisén. Y porque vendrás cansada y el sol nos quiere dejar, vamos, daréte a cenar. SÉFORA: Tuya soy. JETRO: Ven, hija amada.
Vanse y sale MASAR, huyendo, y FARAÓN tras él con la daga desnuda
FARAÓN: ¡Por los dioses que venero, pues no me sabes servir, villano, que has de morir! MASAR: Señor, si traigo el letrero de la carta que llevé en mi rostro, no es razón que muera como lechón. Basta, que a escupir llegué --sirviendo de fiel sirviente porque más de mí te duelas, señor--cuatrocientas muelas y dientes dos mil y veinte. No pienses que poco siento verte a ti tan enojado cuando mi boca ha quedado sin dientes, papando viento. FARAÓN: Bastaba sólo, hebreo, para aumentar mi pesar. MASAR: Yo la volveré a hablar porque sabrás que deseo que corresponde a tu gusto. FARAÓN: Ven acá. MASAR: Si he de llegar, y en mí quieres envainar la daga, señor, no es justo. (¡Oh, quién agora tuviera Aparte menos barba que yo capón para hacer a Faraón que al re[taguardia] anduviera! FARAÓN: No temas. Llega, Masar. Tú has de trazar que esta noche pueda hablarla, aunque trasnoche hasta que salga del mar y vuelva a nuestro horizonte tendiendo madejas de oro envidiando al sol que adoro con sus caballos Faetonte. MASAR: ¿Y si derriba quijadas, como muelas derribó? FARAÓN: No temas, Masar, que yo te las daré mejoradas. MASAR: (¡Oh, pesar de mi linaje Aparte no era mala la invención!) FARAÓN: Mira, que soy Faraón. MASAR: Aunque su pena se ataje quiero, aunque temo, volver. FARAÓN: Cuando el papel le llevaste, dime, ¿cómo la hallaste? MASAR: ¿Cómo la hallé? ¡Mujer! FARAÓN: Mejor dirás tigre hircana, fiera leona del Nilo, sordo risco y cocodrilo, pues te respondió tirana. Aqueso no he preguntado, sino si hermosa estaba. MASAR: Tanto que si la miraba me quedaba embelesado. FARAÓN: ¿Leyó con gusto el papel? MASAR: Señor, sí, y cuando llegó a "Yo el rey", colocó en él hermoso clavel de su boca, mas después colérica y enojada me dio tan gran bofetada que me derribó a sus pies. FARAÓN: Traza con tu habilidad lo que te digo. MASAR: Ya voy. FARAÓN: Dila que su esclavo soy. MASAR: (¡Ojalá fuera verdad!) Aparte
Vanse y salen ARÓN con una espuerta de ladrillos, y NACOR dándole con un palo
NACOR: Hebreo descuidado, jornalero grosero y mal mirado, si estás cautivo y preso ¿cómo te vienes con tan poco seso? Villano, ¿tan de espacio se aguardan los maestros en palacio? ¿Son estas las tareas que con puntualidad cumplir deseas? ARÓN: Repórtese tu lengua, no pronuncie razones en mi mengua; que aunque estoy atareado soy hijo de Israel y soy honrado y aunque arriesgue mi vida como noble sabré ser homicida. NACOR: ¡Por los dioses que invoco que debe este cautivo de estar loco! ARÓN: A estarlo, yo hiciera que un atrevido egipcio fin tuviera; mas como tengo juicio sufro oprobios y afrentas de un egipcio. NACOR: ¿Qué es aquesto que veo, israelítico vil, villano hebreo?
Dale con el palo
ARÓN: Dame con ese palo; que de tu mano al fin será regalo. NACOR: Yo haré, malnacido, que te dan el castigo merecido.
Vase NACOR
ARÓN: ¡Ah, prisión importuna, castigo riguroso de Fortuna!
De rodillas
¿Hasta cuándo, Dios mío, tendrá el pueblo gitano tanto brío? Señor, cesen los daños, que ha sufrido Israel tan largos años. Salga de cautiverio, pues es el mando vuestro y el imperio. Vaya por juicio oculto donde aromas consagre a vuestro culto, holocaustos hacer la gente hebrea y con pecho sencillo ofrecer el crüento corderillo.
Aparece el ÁNGEL en un bofetón
ÁNGEL: Sosiega, Arón, tu pecho, que ya respondo a la oración que has hecho. ARÓN: ¡Oh, mi señor divino, consuelo es éste extraño y peregrino! ÁNGEL: Presto vendrá tu hermano Moisén para que libre del gitano mi pueblo, cuyas voces llegan al cielo tristes y veloces. Moisén viene instruído de lo que se ha de hacer. Ya le he escogido por oculto rodeo para ser capitán del pueblo hebreo. Tú andarás a su lado, haciendo en cuanto diga mi mandado. Y pues mi orden viene, creed cuanto dijere, que conviene. Y si ignoras mi nombre, soy el Dios de Abrahán. Nada te asombre.
Cúbrese el ÁNGEL
ARÓN: Volved, Señor inmenso, que absorto quedo, atónito y suspenso oyendo nuevas tales.
Levántese
¡Albricias Israel! Que vuestros males ya tendrán fin dichoso porque el Dios de Abrahán es poderoso. Él lo toma a su cargo. Prevenid para hacer con Dios descargo. Los inciensos Sabeos que Jerusalén tuvo por trofeos, el oro de Ofir venga, y las aromas que más finas tenga. Ánimo, gente hebrea, porque de nuestra parte Dios pelea; que es Dios muralla fuerte que libra a quien le llama de la muerte.
Vase y sale MASAR, pensativo
MASAR: ¿Quién me mete en alcahuete, en trato que me está mal, porque esta mujer es tal que el puño en el rostro mete? Aquí Faraón me envía a rogar, y no sé cómo, porque temo el puño romo, y ha de ser a costa mía. Música la viene a dar, y no sé con qué invención diga, que hable a Faraón. Yo quiero al rey engañar.
Pónese el dedo en la frente
De esta va. A Dios me encomiendo.
Da voces
Ábreme presto, María; que es tal la desdicha mía que un gran mal estoy temiendo. Abre presto, hermano Arón, favoréceme esta vez porque peligra mi nuez.
Dice dentro MARÍA
MARÍA: Masar, ¿es otra invención? MASAR: No, cierto; que antes ha sido porque he dicho la verdad. MARÍA: Entra, pues. MASAR: (Piedras, callad. Aparte ¡Qué lindamente he fingido!)
Éntrase, y salen NACOR, FARAÓN, y MÚSICOS, de noche
FARAÓN: Aquí habéis de cantar, sirviendo de alba. Hasta que salga el sol bordando cumbres, no haga falta aquí la filomena, y en versos tristes la decid mi pena. NACOR: Pésame, gran señor, que siendo esclava, te sujetes haciendo esta fineza. Si no quiere rendirse, hacerla fuerza; que no es razón que un rey tan poderoso y en quien la vida de este reino estriba humille su grandeza a una cautiva. FARAÓN: ¡Ay! ¡Como ignoras del amor las leyes! Que a saberlas, Nacor, no me dijeras que por fuerza gozara a quien adoro que es cierto si por fuerza la gozara que en desamor amor se transformara. Dejemos argumentos. Cantad luego.
Paséase FARAÓN y cantan, y sale ARÓN y escucha
MÚSICA: "Oye cautiva hermosa, en quien ha puesto el cielo padrón a la belleza y envidia al oro mesmo. Escucha de un amante en tu belleza preso, rendido con desdenes y con donaires muerto, la fe más verdadera que han visto nuestros tiempos, pues desdeñado adora tu mismo pensamiento". ARÓN: Cuando vengo cansado ............ [ - e-o] del trabajo afligido, ¿halle aquestos encuentros? ¿A puerta de María, hija de padre hebreo y de Moisén hermana, diciendo dulces versos? Quiero satisfacerme porque a su casto pecho sin escuchar las partes ya su valor ofendo.
Sale MASAR a la ventana
MASAR: (María está encerrada. Aparte Yo decirla no quiero a lo que el rey me envía que sus poderes temo. El rey está aguardando y no hay otro remedio sino decir que soy la que le tiene muerto. La noche hace oscuro y aunque bigotes tengo, no verá mis bigotes que está de amores ciego. Quiero fingir la habla y con cuatro requiebros que yo al gitano diga andará al retorteno. De aquesta vez, señores, hembrimacho me vuelvo que el miedo a esto me obliga; mas, ¿qué no intenta el muerto?)
Habla melindroso
¡Ah, señores cantores, canten! Canten; que huelgo de escuchar voces tales con pasajes y quiebros. FARAÓN: Ya es el balcón oriente donde sale tendiendo los rayos más brillantes y lucientes reflejos que Febo. ¿Cuándo sale, la que tengo por dueño gloria de mí sentido? MASAR: (No es malo el embeleco Aparte a fe que la ha mamado). Ya vengo a obedeceros. ¿Qué mandáis a esta esclava? ARÓN: (¿Quién ha visto suceso Aparte más lamentable y triste? ¿Yo soy honrado y tengo israelítica sangre? ¿Con Moisén parentesco? ¡Qué una mujer de noche, necia salga al terrero para escuchar canciones! ¿Qué dirán los Hebreos? Quiero escuchar si habla?) FARAÓN: Queréis, hermoso cielo, que canten más? MASAR: Ya digo que canten porque quiero escuchar consonancias de tan diestros Orfeos. FARAÓN: Cantad, que escucha un ángel. MASAR: (Sí, de los que cayeron). Aparte MÚSICA: "Bizarra, y hermosa hebrea, en quien pusieron los cielos, las gracias de mil en mil, los donaires ciento en ciento, ya que esos globos divinos de cristal me miran tiernos, tus perlas aliento exhalen mereciendo yo cogerlo." MASAR: Por la esquivez que he tenido tengo ya arrepentimiento. Vuestra esclava soy dos veces, y vos dos veces mi dueño. FARAÓN: Ya he logrado mi esperanza; colmados son mis deseos. Cese la melancolía; tenga lugar el contento. Prevenga fiestas Egipto; traigan armas los negros, Arabias, perlas y oro, néctar, los dioses supremos. Topacios traiga Etïopia, nácares el Mar Bermejo, cambrayes Cambray la ofrezca, mirras preciosas los cedros, los riscos altos cristales. Traigan los partos y medos valajes y cornerinas. Reine en Tanís, pues yo reino. MASAR: Advertid, que esas riquezas, gran señor, no las merezco. FARAÓN: Sí, merecéis. MASAR: ¿Por qué causa? FARAÓN: Porque sois mi bien. MASAR: Ya os tengo por mi quitapesadumbres. FARAÓN: Yo por mi aumentacontentos. MASAR: (No soy sino aumentapenas Aparte cuando sepáis el enredo). FARAÓN: ¿Cuándo he de gozar el fruto de amaros? MASAR: Mi hermano siento. Quiero ver si me ha sentido. Canten más, que luego vuelvo.
Vase MASAR
ARÓN: (¿Es posible que Arón sufra que esté diciendo requiebros a un gitano que me afrenta una mujer que la tengo por mi hermana? ¿Y que permita que estén haciendo conciertos con que el honor de Moisén le derriben por el suelo? ¿Qué importa que sea cautivo para tener tal silencio? ¡Muera el rey! Mas, ¡ay! Que estriba mi vida en tener secreto. Mejor es entrar en casa y, pues por los ojos veo mi deshonor y mi afrenta, lazos serán los cabellos de María, y su garganta pagará el mal que padezco; que más vale que ella muera antes que esté el honor muerto. NACOR: Al fin, señor, ¿se ha rendido? FARAÓN: Sí, Nacor. NACOR: Vuelven los ruegos, en la mujer más honesta, de cera un pecho de acero.
Sale MASAR
MASAR: ¿Qué te parece del caso? FARAÓN: Masar amigo, que has hecho con lealtad lo que esperaba. MASAR: Verás que agradar deseo.
Cantan
MÚSICA: "Salga el sol de tu hermosura, rayos dando al universo, que está en tinieblas el alma hasta ver tus ojos bellos."
Sale MARÍA a la ventana donde estaba MASAR
MARÍA: ¿Quién con tanta libertad consonancias echa al viento, sabiendo que mis umbrales son de honestidad el centro? FARAÓN: Yo soy, hermosa Maria. MARÍA: ¿Quién con tal atrevimiento aquí responde "yo soy" sino es de esta casa dueño? En la voz le desconozco, y así pues, si es discreto, antes que le cueste caro, volverle. FARAÓN: ¿Qué es lo que veo? El rey soy, dueño que adoro. MARÍA: Si es el rey, estése quedo y en razones bien sucintas le diré mi pensamiento. Razón es que al rey estimen los grandes y los pequeños, pero también es razón que no haga el rey malos hechos. Y aunque responder podrá que el amor le obliga a hacerlos, es cuando hay correspondencia entre dos conformes pechos. Casto amor correspondido todos le juzgan por bueno como le juzgan por malo el amor que no es honesto. Y ya que perseverancia venga a hacer tales extremos, en las hijas de Israel este amor no tiene asiento. Ya le dije a vuestra alteza cuando me vio en el ameno prado cogiendo las flores que no tratase de aquesto. Pidióme que me acercase, dije entonces que de lejos se han de mirar las mujeres que cerca parecen menos. Cortés me pidió una mano y mis labios respondieron que si no es para castigos nunca mis manos ofrezco. Testigo será Masar de la verdad de este hecho, cuando un papel de tus manos me trujo por embelecos. Verdad es que lo leí. En aquesto culpa tengo; que mejor fuera romperle antes de ver su veneno. También me hallo culpada, en que escuchando los ecos del rey, le puse en mis labios por deberse este respeto al nombre de rey, no al rey, cuando no merece serlo. La respuesta que le di, su rostro la está diciendo, que fue el papel en que entonces te la escribieron mis dedos. Y él también te lo habrá dicho todo como fiel correo. Estas respuestas te he dado y agora responder quiero que te cansas, Faraón en lo que estás pretendiendo. Poco te importa ser rey, y ser dueño de este imperio, para postrar arrogante mi honor, que no tiene precio. Siempre he de ser la que fui, y aunque cautiva me veo, el alma es libre y el alma, nunca teme cautiverio. Bien podrás aherrojarme, bien podrás darme tormentos, y bien podrás imitar a los bracamanes fieros; mas mudarme no podrás, aunque eres rey, de este intento conociendo así que soy hija de padres hebreos. Desengañarte he querido, ya que vine a tan buen tiempo, y decirte que no estimo tus riquezas ni tu reino. No tienes qué me ofrecer: oro, perlas, camafeos, crisolitos, esmeraldas, ni carbunclos extranjeros. Que todo cuanto me ofrezcas será de ningún provecho para obligarme que admita amor que es tan poco honesto. Veré, rey, a tu palacio. No intentes, siendo grosero, publicar tu liviandad, y que la sepan doscientos. Si solos tres lo sabían, deja rey aqueste puesto; que se lo diré a mi hermano, y aunque agora es prisionero, sabrá vengar esta afrenta, y cuando le oprima el miedo por ser tú rey y él tu esclavo, yo, que de honrada me precio, sabré ceñirme una espada, y sacando el limpio acero con esfuerzo varonil cortar tu arrogante cuello. Vete. No aguardes a más, no me obligues, siendo necio, que venga a poner por obra, rey aleve, lo que cuento.
Vase MARÍA
FARAÓN: ¿Qué es esto, cielo santo? ¿Quién vio tal laberinto y tal encanto? ¿Haste ya arrepentido de lo que antes habías prometido? Nacor, empieza luego a abrasar a Jesén en vivo fuego, y el amor que tenía se convierta en rigor y tiranía. Todo el pan se les quite, y hasta el agua también se les limite. No quede esclavo a vida, piérdanla, pues, la tengo yo perdida. MASAR: Sosiéguese tu pecho, que debe de importar aqueste hecho, que si la vio su hermano, por él así te ha hablado, aquesto es llano. Y la palabra dada, yo haré que la cumpla; que es honrada. (Con aquesto le engaño Aparte y libro al pueblo hebreo de este daño). FARAÓN: Siempre has sido discreto y así me das consuelo en el aprieto. MASAR: Pon a tu enojo pausa que mañana, señor, sabré la causa. FARAÓN: Vamos. Hasta mañana.
Vanse los dos [FARAÓN y NACOR]
MASAR: Todo su enojo ha vuelto en agua y lana. Yo estoy temiendo agora cuando sepa que fui yo la señora que entonces con dolores se volverán en palos mis amores.
Vase [MASAR]
ARÓN: ¿Puede haber más confusión que la que este paso ofrece? Ya a Faraón favorece, ya desprecia a Faraón. No entiendo aquesta mujer, si es honrada o si es liviana; mas siendo de Arón hermana no me queda qué temer. Quiero entrarme a descansar pues hay sosiego en Jesén; porque mañana a Moisén, mi hermano, pienso buscar.
Sale MOISÉN
Mas un bulto miro allí. ¿Qué será? ¡Válgame Dios! ¿Si fue traza de los dos para deslumbrarme a mí? ¿Si vuelve acá Faraón? Ya es forzoso estar dudando; que mucho se va acercando. Ésta es otra confusión. MOISÉN: Ya vuelvo, casa, otra vez a pisar vuestros umbrales que son los palacios reales donde tuve mi niñez. Llamar quiero y lograré mis deseos, pero tente, Moisén, que en la calle hay gente que hace que dudoso esté. ¿Gente a puerta de mi hermana a tal hora? ¿Qué será? Mucha sospecha me da de que María es liviana. ARÓN: Él me ha visto y se recela de mí, y no quiere llegar. Ya me obliga a sospechar que entre los dos hay cautela. MOISÉN: Aquí me importa saber el intento que éste tiene. ARÓN: Aquí con qué intento viene aquéste me importa ver. MOISÉN: ¿Posible es que siendo hebrea no hace caso del honor? ARÓN: Sin duda tiene temor pues no llega y lo desea. MOISÉN: Si mi honra está ofendida morirán María y Arón. ARÓN: Si me ofende Faraón, peligro corre su vida. MOISÉN: Aquí importa no dudar. ARÓN: No dudar importa aquí. MOISÉN: Llegar quiero aunque sin mí. ARÓN: Él o yo aquí ha de quedar. MOISÉN: Nada te acobarde, pecho. ARÓN: Pecho, nada te acobarde. MOISÉN: Sospecho que estás cobarde. ARÓN: Que estás cobarde sospecho. MOISÉN: Animoso llego ya. ARÓN: Ya me animo aunque sea el rey. MOISÉN: A un ofendido, la ley le libra. ¿Quién es? ARÓN: ¿Quién va? MOISÉN: Yo soy el que lo pregunto. ARÓN: Yo el que lo pregunto soy. MOISÉN: Yo puedo estar donde estoy. ARÓN: Que vienes loco barrunto. MOISÉN: Deja la calle, que importa a mi honor. ARÓN: Al mío también, que la dejes está bien. MOISÉN: Más en hablar te reporta si no quieres que esta calle sea testigo de tu muerte. ARÓN: Si por ser rey te haces fuerte, mi honor no quiere que calle. MOISÉN: (Ésta es mayor confusión). Aparte Rey dice que soy. ¿Qué es esto? ARÓN: Sea quien fuere, aqueste puesto le conviene a mi opinión que deje y se vaya luego. MOISÉN: Ya he llegado a sospechar que dentro debe de estar el que causa aqueste fuego. Guarda infame de esta puerta, ¿no sabes que soy Moisén que llega agora a Jesén? ¿Quién afrentarme concierta? ¡Aparta! Entraré a estorbar la ofensa de mi opinión. ARÓN: Detente, que soy Arón. Tu enojo puede cesar. MOISÉN: Hermano, dame los brazos, y mi sospecha perdona. ARÓN: El ser honrado te abona, ¡O qué dichosos abrazos! MOISÉN: ¿Qué hacías, hermano Arón, en este puesto a tal hora? ARÓN: Contemplando estaba agora el rigor de Faraón. MOISÉN: Presto libre estará de él de Dios el pueblo escogido. ARÓN: Bien sé ya que te ha elegido por capitán de Israel. MOISÉN: Vamos, Arón, que los dos le habemos de rescatar. ARÓN: ¿Quién nos tiene de ayudar? MOISÉN: Buena ayuda es la de Dios.
Vanse y salen DATÁN y AVIRÓN
AVIRÓN: Si en el rigor que ha dado permanece, no hay duda hermano que Israel acabe. DATÁN: ¿Por qué ocasión agora se enfurece Faraón, si la sabes? AVIRÓN: Nadie sabe qué ocasión para aquello se le ofrece, sólo sé que gran parte a mí me cabe de este rigor, Datán. DATÁN: ¡Ah, pueblo triste! ¡Qué diferente estás del que antes fuiste!
Sale JOSUÉ, de prisa
JOSUÉ: ¡Albricias, Datán, albricias! DATÁN: ¿De qué, amigo Josué? JOSUÉ: Bien lo debéis de ignorar, pues me preguntáis de qué. ¿Cómo estáis tan descuidados cuando ha venido Moisén por mandamiento de Dios a rescatar a Israel? DATÁN: ¿Piensas que locos estamos que te habemos de creer los disparates que dices? Moisén, que huyéndose fue el rigor de Faraón, a Egipto no ha de volver. Y cuando a Egipto volviera, ¿qué partes se hallan en él para darle aquese cargo? JOSUÉ: Datán, Dios lo puede hacer. Escucha, y sabrás el caso. Anoche vino a Jesén a buscar su hermano Arón, y esta mañana a las diez juntó los más principales y dijo lo que diré. "Sabed, príncipes del pueblo, que el divino Emanuel, Dios de Abrahán y de Isaac, y Dios de Jacob también, las aflicciones ha visto que dentro en Tanís tenéis, y oyendo las peticiones que le envía el pueblo fiel, como todo lo que quiere se hace con sólo querer, quiere ya que libre viva el que cautivo se ve. Y para que efecto tenga, me señala a mí por juez mandando que luego al punto lo consulte con el rey." Los viejos le replicaron, y en nombre de ellos Calef dijo: "Sin más testimonio, dar crédito no está bien, Moisén, a lo que nos dices." Él dijo: "Yo le daré." Y el testimonio que ha dado es señal que verdad es. AVIRÓN: ¿Y qué testimonio ha sido? JOSUÉ: Que para dar a entender ser verdad lo que relata, más ligero que Asael una vara echó en el suelo, y dándole Dios poder, en serpiente se convierte lo que seco palo fue. A todos terror causó y yo de verla temblé; y él dice, no tengáis miedo y volviéndola a coger, en vara se convirtió como antes. Pero después, mostrando limpia su mano, y más blanca que un papel, apenas la entró en el pecho cuando haciéndonos temer la sacó llena de lepra. Y como justo Josef, siendo su pecho piscina de salud volvió a su ser. En sangre convirtió el agua estando muertos de sed los niños y las mujeres, y hecho ya otro Noé, convirtió en pura cristal la sangre para beber. Todos crédito le dieron y, puestos todos en pie, unánimes le juraron por capitán de Israel. Al palacio real se parten desde casa de Choré a pedirle que consienta que vuelva a Jerusalén a dar a Dios holocaustos, siendo otro Melquisedec Arón, que ha de hacer oficio de inocente y santo Abel. Que a Faraón le dé cuenta le dijo en el monte Horeb, por señas que es quien lo manda Dios del hijo de Thaté. Después de esto, a tierra iremos que ha de manar leche y miel, gozando con libertad de los campos de Belén. Esto pasa, amigos caros, ya están los dos con el rey y, aunque le pese, muy presto libertad tendrá Israel.
Vase JOSUÉ
DATÁN: Aguarda, amigo querido. AVIRÓN: Tente, amigo Josué. DATÁN: Él se fue a ver lo que pasa. AVIRÓN: Pues, Datán, vamos tras él.
Vanse y salen ARÓN, MOISÉN, y FARAÓN
FARAÓN: No lograréis, hebreos, ese intento porque primero las estrellas fijas bajarán de su estable y fijo asiento que libre esté Israel, y tú le rijas. Conocido está ya tu pensamiento menester es, Moisén, que le corrijas que todo el embeleco que has traído mis sabios le han deshecho y le han vencido. Tus varas y serpientes nada valen. No de que llueva sangre yo me espanto, ni que las aguas tanta rana exhalen pues ostentan mis sabios que es encanto. Y, como ves, tus trazas vanas salen, vete a hacer ladrillo entre tanto que ese Dios que publicas poderoso me obliga que con todos sea piadoso. MOISÉN: Advierte y mira, Rey, que el Dios que digo es el Dios poderoso santo y bueno, y sabe castigar a su enemigo... FARAÓN: Ya vomito, de rabia, crüel veneno... MOISÉN: ...como premiar, también, al que es su amigo. FARAÓN: ...de que haga su gusto. Estoy ajeno. MOISÉN: Pues, advierte, repara y considera que te está amenazando muerte fiera. ARÓN: Faraón, teme a Dios; que te amenaza. MOISÉN: No pienses que por rey has de escaparte. ARÓN: Haz lo que el Dios de Isaac ordena y traza. MOISÉN: Advierte, que este Dios puede mandarte. FARAÓN: ¿Quién a que os mate a todos me embaraza? ARÓN: Sólo el Dios de Jacob que puede atarte. FARAÓN: ¿Qué autoridad, Arón, ese Dios tiene para que crea yo que así conviene? ARÓN: ¿Qué más autoridad que haber crïado con sólo un "fïat" las estrellas bellas, el ángel luminoso y encumbrado, y el sol de quien reciben las estrellas la luz que dan, y el cielo tachonado, la tierra, el agua, el fuego, y sus centellas? Éste es el Dios que envía esta embajada que los dioses de acá no valen nada. FARAÓN: ¿Cómo, bárbaro hebreo, así profanas las deidades divinas que venero? ¿Piensas que con mosquitos y con ranas que fabrica Moisén, siendo hechicero, tengo de hacer tus esperanzas llanas? ARÓN: ¿No ves que las hará el Dios verdadero? FARAÓN: ¿Cómo no se me acaba la paciencia? ¡Mueran luego los dos en mi presencia! ¡Ah, de mi guarda real! ¡Váyanse fuera, y si vuelven aquí descomedidos, ejecútese en esos muerte fiera! MOISÉN: Ya, rey, nos vamos. Abre los oídos ya que tu corazón no es blanda cera, y desocupa todos los sentidos que has de ver en Egipto tal castigo que te dé confusión lo que te digo.
Vanse los dos
FARAÓN: ¿Hay libertad como ésta de un hebreo? Aguarda un poco que con esta daga serás de mis rigores vil trofeo; y porque más mi sed se satisfaga
Saca la daga
tu sangre beberé. ¿Qué es lo que veo?
Hay ruido de truenos, disparando escopetas, y por debajo del tablado sale humo de manera que se cubra FARAÓN con él
¿Quieres que ya mi enojo se deshaga? ¿Qué es esto, cielos? ¡Qué me ahoga el humo! Dame agua, Nacor, que me consumo. En tinieblas Egipto se convierte. El aire denso ya vomita rayos. ¿Son acaso prenuncios de mi muerte, o son de mis rigores los ensayos? Llamen luego a Moisén--¡Oh triste suerte!-- que el corazón se aflige con desmayos. ¿No hay en palacio quién de mí haga caso? ¡Socórranme con agua que me abraso!
Saca NACOR un jarro con sangre y un vidrio en una salvilla
NACOR: Ésta es el agua, señor. FARAÓN: Echa, Nacor, porque beba.
Echa la sangre en el vidrio
¿Qué es esto? ¿Sangre me traes? ¿Soy tigre hircana sedienta? NACOR: Señor, agua cristalina, pura y limpia entendí que era. Agora vino del Nilo. FARAÓN: ¡Ay, Nacor, ya comienzan! NACOR: ¿Qué, señor? NACOR: Las maldiciones que al salir de aquesta pieza Moisén dijo que vendrían sobre Egipto. NACOR: Si en aquésta sola, señor, se acabaran, no fueran tantas las penas. FARAÓN: ¿Hay más desdichas, Nacor? NACOR: Y tantas que el alma tiembla de referirlas. FARAÓN: ¿Qué ha habido? NACOR: Que está abrasada la tierra con langostas y cigarras. Ya no hay pan, fruta ni hierba. Todos los ganados mueren, bueyes, camellos, ovejas. Y cuanto en el campo estaba muerto está de pestilencia. Hombre, niños y mujeres cubiertos están de lepra, y todos los primogénitos dejan las casa desiertas. Todo es confusión y grita, la triste madre lamenta, que este rigor no perdona ni a los hombres ni a las bestias.
Sale MASAR, como leproso, con muletas
MASAR: Entre desventuras tantas ¿hay quién de Masar se duela? ¡Ay, que me muero, señores, apriétame la cabeza! Llamen algún cirujano que de mí lástima tenga, porque el alma hilo a hilo se va. FARAÓN: ¿Qué desdicha es ésta, Masar? MASAR: Morir enleprado. Mira, señor, si no dejas ir al pueblo de Israel, que ha de verte tu pelleja como está la de Masar. FARAÓN: Y entre los hebreos, ¿no entra este mal? NACOR: ¿No hay uno malo? MASAR: No, señor, que en eso muestra que gusta el Dios de Abrahán, que es el Dios que ellos veneran, que con libertad se vayan. FARAÓN: Si tú de la gente hebrea procedes, ¿cómo te alcanza parte de este mal? MASAR: Entienda que ha sido sólo porque sigo la ley gitanesca. FARAÓN: Poco estas plagas importan, vengan más mayores. Vengan que no estimo al Dios de Isaac, ni he de darle reverencia. ¡Muera el pueblo de Israel!
Vase
MASAR: ¡Ay corazón y cabeza! NACOR: Faraón está obstinado. MASAR: Pues, guárdese de la lepra.
Vanse y salen MOISÉN, huyendo de DATÁN y AVIRÓN, que traen piedras en las manos, y ARÓN y MARÍA metiendo paz
MOISÉN: Deteneos, amigos. No os mostréis enemigos pues sabéis que son buenos mis deseos y si no por amigos por hebreos. DATÁN: Moisén, de aquesta suerte se ataja nuestra muerte, pues con estas locuras has querido que el pueblo de Israel esté afligido. AVIRÓN: ¡Muera Moisén! ARÓN: ¡No muera! AVIRÓN: ¡Quién de aquesta manera nuestra muerte crüel ha fabricado acabe a nuestras manos apedreado. DATÁN: Menos mal se pasaba cuando él ausente estaba; acabe de una vez este tirano que nos ha puesto mal con el gitano. MARÍA: ¿Qué os obliga, hebreos, a hacer hechos tan feos con el que vuestra libertad desea? DATÁN: Antes es muerte de la gente hebrea; que con lo que ha intentado está el rey obstinado, pues la paja nos quitan y el sustento con mayores tareas. MOISÉN: Está atento. El Dios que veneramos dice que aquesto hagamos. Vuestro enojo se ataje. El rigor cese; que he de libraros aunque al rey le pese. Prevéngase el camino. Éste es orden divino, y porque vayan llenas vuestras manos, sus joyas han de daros los gitanos. Pedídselas prestadas, que ajorcas y arracadas, perlas, collares, oro, seda y grana ordena Dios que os dé de buena gana. Ya no hay que dilatarlo, partid a ejecutarlo que esta noche, aunque al rey le dé molestia no quedará en Egipto ni una bestia. ARÓN: Luego al punto partamos. A obedecerle vamos. DATÁN: ¿Y si no nos sucede de esta suerte? ARÓN: Que entonces a los dos nos deis la muerte.
Vanse y sale NACOR y FARAÓN, y siéntase
NACOR: Lo que mandas, señor se hará al momento. FARAÓN: Este Arón y Moisén me dan tormento.
[Vase NACOR y] canten dentro
MÚSICA: "La víspera del placer dicen todos que es el mal. Alégrate, no estés triste, que todo en bien parará. Mas también decirte quiero que es lo cierto venerar el Dios de los israelitas que es el Dios de la verdad. No confíes en tu reino que no te podrá librar de la muerte porque basta quererlo el Dios de Abrahán." FARAÓN: Calla, villano canto. Músico vil, calla ya; que haré que te dé un verdugo la muerte si cantas más. Dioses divinos, ¿quién es aqueste Dios a quien dan nombre de Dios de Jacob, Dios de Abrahán y de Isaac? Decidme, ¿qué señas tiene y veréis que su deidad sirve de alfombra a mis pies.
Sale NACOR de prisa
NACOR: ¿Cómo tan de espacio estás cuando todo el pueblo hebreo está puesto en libertad y haciendo burla de ti? ¡Con regocijo se va! Todos los trastos de casa, hasta el agreste animal se lleva, porque no quiere que cosa se quede acá. Todos por Moisén se rigen. Moisén va por capitán. Póngase en armas tu gente que antes de llegar al Mar Bermejo, podrás cogerlos. Esto en este estado está. Como tu hechura te aviso porque te puedas vengar. FARAÓN: ¿Es posible que un hebreo se ponga a mi majestad, y arrogante mi corona quiera en el suelo postrar? Póngase en armas mi gente. Reviente el suelto alazán. Vengan mis lucientes armas, desde el morrión al talar. Prevénganse municiones. Empiece el parche a tocar. Los pífanos y trompetas de la guerra hagan señal. Diga el sonoro clarín que voy en persona allá donde enseñaré a Israel como me ha de respetar. Rompan el viento las picas. Nacor, cruja el tafetán; que revienta el corazón. NACOR: Toque el tambor a marchar.
Vanse y tocan cajas, y estará un palenque hecho por donde vaya saliendo todo el pueblo de Israel, hombres y mujeres con niños a cuestas, y jumentos cargados de colchones, calderas, varillas, cedazos, ajos y cebollas y otras cosas y instrumentos, y detrás MOISÉN, ARÓN y MARÍA y las demás mujeres, DATÁN, AVIRÓN y JOSUÉ, y suben todos al tablado y lleva MOISÉN la vara
MOISÉN: Gracias demos a Dios, hermanos míos, por las mercedes grandes que nos hace. No diréis que no cumple su palabra y en la mayor tribulación acude. Bien visteis cómo el mar puente nos hizo deteniendo las aguas su corriente, porque al poder de Dios todo es posible. ARÓN: Descansemos, Moisén, si te parece ya que Dios nos ha hecho merced tanta. DATÁN: ¿No miras cómo el mar se está parado y no quiere volver a su corriente? MARÍA: Algún milagro nuevo está aguardando. AVIRÓN: Y merced ha hecho a Egipto en que se quede abierto el mar sirviendo de camino. ARÓN: Tomen los instrumentos los que saben y en agradecimientos canten algo.
Tocan cajas
JOSUÉ: Los instrumentos ya de nada sirven porque suenan las cajas arrebato, y ya de Faraón suena la chusma que con gran furia tras nosotros viene. DATÁN: ¿De qué sirve, Moisén, haber salido del poder de este bárbaro si agora cogiéndonos aquí presos volvemos? AVIRÓN: ¿Qué ha importado que el mar se dividiese si ofrece a Faraón el paso libre para que vuelva a ser nuestro verdugo? MARÍA: Sin duda que los dos buscáis el daño del pueblo de Israel. MOISÉN: ¿También María pierde la confïanza? MARÍA: No te espantes si, cuando ya por libres nos juzgamos, otros mayores daños comenzamos. MOISÉN: Esperemos en Dios, pueblo israelítico, que es nuestro amparo y lo ha de ser agora. DATÁN: ¿Qué habemos de decir cuando nos digan dónde está vuestro Dios, si en este caso nos desampara agora? MOISÉN: No hayas miedo que es todopoderoso y lo que quiere con sólo su querer se hace luego. DATÁN: Ya están dentro del mar, y van pasando. En gran peligro nos habemos puesto. AVIRÓN: Ya de estar libre la esperanza pierdo.
Con la vara hace [MOISÉN] que toca al mar
MOISÉN: Amigos, poné en Dios la confïanza; que esta vara ha de ser nuestra venganza. ARÓN: Ánimo, mis hebreos, que las aguas se han vuelto a su corriente. Ya es sepulcro de Faraón y todos sus secuaces el piélago profundo. Ved si acude en las necesidades a ayudarnos, y lo que a unos es puente plata sirve de muerte a otros, pues los mata. MOISÉN: En el Dios verdadero el hombre espere que es poderosos y hace lo que quiere. AVIRÓN: Uno sale nadando y acá viene. MOISÉN: Pues, creed si ha salido que conviene.
Sale MASAR mojado, vomitando agua y como nadando
MASAR: Aguarda, Moisén valiente, asombro de Capitanes, que viene a ser tu soldado Masar, que del agua sale. Descendiente soy heroico de la israelítica sangre que por eso Dios permite que agora no me ahogase, y aunque he servido en Egipto como todos ya lo saben, fue por no ser ladrillero y del veedor escaparme. Mas lo que siendo gitano permitió que lo pagase, pues agora el golpe de agua me cogió los carcañales. Y te prometo a fe mía que después que echó mi madre al pobre Masar al mundo, nunca he tenido peor tarde; que está del agua que el agua a nadie buen cuerpo hace, y fuera más feliz suerte que me ahogara en vinagre. Finalmente Faraón, con soldados y bagajes, carros, caballos y yeguas en el Mar Bermejo yacen. Todos quedan sepultados. Sigue Moisén el viaje que ya libre está el camino y desde hoy todos te llamen el capitán de Israel. Y aquí para repararme del agua que allí bebí, pido que de vino me hartes. MOISÉN: Después de dar a Dios gracias debidas por casos tales, Masar, se hará lo que pides, y agora es bien que se cante la gala del vencimiento en concertados cantares. Sed todos agradecidos pues ya cubren sus cristales el caballo y caballero que nos perseguía arrogante. Levantad los corazones a Dios. ARÓN: Vamos a aquel sauce donde en voces concertadas porque los niños descansen las gracias a Dios daremos. DATÁN: Vamos, y aunque aquí se acaba esta comedia el autor, no pide perdón a nadie de las faltas que tuviere hasta la segunda parte

FIN DE LA COMEDIA


Texto electrónico por Vern G. Williamsen y J T Abraham
Formateo adicional por Matthew D. Stroud
 

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Actualización más reciente: 01 Jul 2002