JORNADA SEGUNDA


 
Salen el REY de Moab, RUT, ORFÁ, TIMBREO, NISIRO y otros
REY: ¿Es posible, hija querida, que cuando para consuelo de mi vejez afligida en ti creí darme el cielo un báculo en que mi vida sustentase al grave peso de mi edad y la grandeza que con el reino intereso, quieres con esa tristeza quitarme el descanso y seso? ¿No me bastaba, el cuidado que en mi larga edad se ve? ¿Cómo de un reino pesado la carga sustentaré sobre un báculo quebrado? ¿Qué interior melancolía eclipsa la luz hermosa de esa cara que es mi día? ¿Qué cierzo seca la rosa de esa primavera mia? ¿Qué riguroso pirata, hurtando al gusto el tesoro, te aflige y matarme trata, cuando tus cabellos de oro daban valor a mi plata? Un mes ha que en dilaciones suspendo tu casamiento, y fingiendo ocupaciones doy ziguroso tormento a enamoradas pasiones. ¿Cuándo tras la noche oscura de ese escondido pesar, tirano de tu hermosura, volverá el sol a alumbrar de tu cara mi ventura? ¿Cuándo del hermoso espejo en que mis penas engaño y mi amor cifrado dejo, quitarás el triste paño para mirarse este viejo? ¿Cuándo en tu rostro gentil cobrarán su resplandor Rut, el coral y el marfil? ¿Cuándo poblará de flor tus mejillas el Abril? ¿Y cuándo, en fin, mi deseo su vejez remozará, y en los brazos de Himeneo seguro dormir podrá el firme amor de Timbreo? TIMBREO: No es digna mi suerte dura que goce sin contrapeso, señor, tan grande hermosura. Quíteme su amor el seso, y su desdén la ventura, seré amante desdichado, y tendré que agradecer menos al amor vendado, que el pesar con el placer de mis bodas ha mezclado. ORFÁ: ¿Es posible, prima mía, que no sabremos el mal que destierra tu alegría, la enfermedad más mortal, la mayor melancolía? Remedio buscar procura y el tormento que hay más grave, conocido se asegura, porque el mal que no se sabe con dificultad se cura. Habla, que quien comunica su mal, los dolores mengua, porque remedios aplica. La enfermedad toda es lengua que sus tormentos aplica. Habla el pulso, la color, hablan las manos, los ojos, el destemplado calor, los suspiros, los enojos, los desvelos, el dolor. Solamente en ti se muda este orden, pues del modo que tu vida has puesto en duda, en ti ha enmudecido todo viendo que padeces muda. REY: Por mi vida, si es de estima en ti quien el ser te dió, por la de tu esposo y prima, Rut mía, que sepa yo la pasión que te lastima. Aclara la confusión que mi vejez atropella. ORFÁ: Danos de tu mal razón, cara prima. TIMBREO: Esposa bella, si yo he sido la ocasión de ese pesar, que tirano a dos en uno atormenta, y sientes darme la mano, a trueque que estés contenta quiero perder lo que gano. Piérdase el reino que espero por ti esperar; tu belleza pierda mi amor verdadero, la esperanza que ya empieza a secar tu rigor fiero; la vida que en ti confía y el gusto que puse en ti; que, aunque es en ofensa mía, más quiero perderte a ti que tú pierdas la alegría. REY: ¿Qué callando, mi Rut, quieres dar a mi vejez enojos? RUT: Padre, siempre en las mujeres pueden livianos antojos tiranizar sus placeres. ¿Quién, padre y señor, creyera, cuando de tus reinos soy y tesoros heredera, que de la pena en que estoy la causa una joya fuera? El día que a divertir salí al campo con Timbreo penas que suelo sufrir, que en el mundo no hay deseo que llegue el gusto a cumplir, dormida al sonoro acento de la música süave, di treguas al pensamiento, que cerrar los ojos sabe de un Mercurio el instrumento. Todos sola me dejaron, y apenas en varios sueños mis esperanzas pintaron gustos agora pequeños, que al cielo entonces volaron, cuando perdiendo el decoro al valor que en mí se ve, a un extranjero que ignoro vi que cuando desperté con más codicia del oro que de mi cuello pendía que de mi honor, que temió su ofensa, mientras dormía la cadena me quitó que en más estima tenía. Quise dar voces, temí la muerte que amenazaba; dejésela en fin, y huí adonde mi gente estaba, y tanto ha podido en mí su atrevimiento y mi pena, que entretanto que el ladrón darme la suerte no ordena, que me robó el corazón, quiero decir la cadena, no hay, padre, para qué trates que cobre el gusto perdido por más que el tiempo dilates. Mira lo que en mí han podido mujeriles disparates. REY: Pues, Rut, ¿por causa tan poca a perder la salud vienes? ¿Eso a pesar te provoca, cuando mis tesoros tienes haciendo ley de tu boca? TIMBREO: ¿Una cadena te agravia, siendo bastante a impedir tu alegría y eres sabia? Traslada a Moab a Ofir; pide a los montes de Arabia de sus partos abundantes el acendrado metal; déte el Asia sus diamantes, y entre perlas y coral sus crisólitos brillantes; bálsamo Egipto destile, y de ámbar te ofrezca pomas con que tu pena aniquile; plata Tarsis, Saba aromas, seda el persa gusano hile que teja el medo con oro, y el múrice después tiña, y en fe de lo que te adoro para que tus sienes ciña, el sol te dé su tesoro, que una cadena es bajeza que eclipse el hermoso Oriente de tu divina belleza. RUT: Luego yo discretamente os callaba mi tristeza. No la materia, Timbreo, cuando sucedo a mi padre, de la cadena deseo, sino el dármela mi madre y el hurtármela un hebreo de mi pena es la ocasión; que soy mujer te confieso, cuya leve inclinación hace que unas coman yeso, y que estimen el carbón otras más que el néctar puro que a Jove da Ganimedes. Venganza tomar procuro de un ladrón que buscar puedes, y vive en Moab seguro. ¿Qué vellocino a Jasón? ¿qué manzanas de oro pido, si no en fe de tu afición, a mi amor agradecido, que me busques un ladrón? TIMBREO: Si en eso no más estriba tu tristeza, alégrate, que aunque el vil hebreo viva en los cielos, subiré, por servirte, más arriba. Venid, y en Moab no quede casa, posada o mesón, que si hospicio le concede, no busquéis, pues mi pasión y amor a su industria excede.
Vase TIMBREO
REY: ¡Que por cosa, hija, tan poca te entristeces siendo cuerda? RUT: Volveráme el pesar loca de que una joya se pierda que a venganza me provoca, y que un bárbaro robusto me lleve, padre, con ella robada el alma y el gusto, fue de mi madre, y perdella sin que lo sienta, ¿no es justo? Si como a hija me quieres déjame sola entretanto que al ladrón no me trujeres. REY: Es niño Amor, no me espanto que le imitéis las mujeres.
Vase el REY
ORFÁ: ¿Tú lloras por niñerías? RUT: La soledad, prima Orfá, alivia las penas mías. ORFÁ: Mi amor consolar podrá, prima, tus melancolías. No pienses; si eres discreta, que persuadirme podrás, en la pasión que te aprieta, que de la pena en que estás no haya otra causa secreta más que el oro, que no estimas. Lo que con la lengua callas dicen los ojos, enigmas que Amor sabe adivinallas, aunque a ocultarlas te animas. Misterio tiene el ladrón. que tanto apeteces ver. RUT: No pienso que es discreción ni amistad querer saber lo que oculta el corazón. No acrecientes mi pesar. ORFÁ: Músico el amor parece, que haciéndose de rogar para que a cantar empiece, después no sabe acabar. Voyme, que aunque agora estés de esa opinión, tu tristeza me buscará, si amor es, y una vez, si el canto empieza, no sabrá acabar después.
Vase ORFÁ
RUT: ¿De qué ha servido--¡ay de mí!-- el hüir de mi enemigo, pues que le truje conmigo? ¿Si en el alma le admití, para qué mando que aquí me le vuelvan en prisión? ¿Si vive en mi corazón, cómo con su ausencia pena? y si le di la cadena, ¿por qué le llamo ladrón? ¿Cómo, Amor, te llaman ciego, si te engendras de mirar? ¿Por qué tiemblas al hablar, si te dan nombre de fuego? ¿Par qué quitas el sosiego, si el mundo paz te ha llamado? ¿Cómo eres rey sin estado? ¿Cómo dios, y estás desnudo? ¿Cómo elocuente, si mudo? ¿Cómo cobarde, si osado? Si blasona tu poder que eres deidad atrevida, ¿cómo acometes dormida el pecho de una mujer? ¿Quién definirá tu ser, si de repugnancias nace; ni de ti quien caudal hace que en breve no se consuma, si eres nieto de la espuma que el viento en el mar deshace? Pero sin provecho empleo injurias que en vano gasto, pues a obligarte no basto a que alivies mi deseo. ¡Ay, encantador hebreo! Como yo te vea presente, para que Amor no se afrente, confesaremos los dos que es vida, que es rey, que es dios, que es luz, que es paz, que es clemente.
Sale MASALÓN, vestido de sayal muy pobre
MASALÓN: Discreta necesidad, después que contigo estoy, lo que eres sé, y lo que soy. Necia es la felicidad, contigo anda la verdad; la mentira y la abundancia acompanan la arrogancia con la afectada belleza. Mientras serví a la riqueza fui siervo de la ignorancia. Mas ya que pobre me veo, como de un confuso abismo, conociéndome a mí mismo a mí mismo me poseo. Libró el cordel a Teseo del intrincado vergel, y yo también salgo de él para que librarme pueda, que del engaño que enreda es la verdad el cordel. Mas, pensamiento atrevido ¿dónde entrando me desvelas? ¿Qué tienen que ver las telas con el sayal abatido? Amor, aquí me has metido, que abatiendo me levantas; mas ¿cómo osarán mis plantas pisar reales pavimentos, ni mis pobres pensamientos osar pretender infantas? Mas, Amor, ella está aquí. ¡Ay, imposibles quimeras! ¡Pluguiera a Dios que durmieras como la vez que te vi! ¿Habrá atrevimiento en mí para hablarla, cielos? No; ella es rica, y pobre yo. ¿Qué osadía habrá que cobre ánimo, si siempre el pobre delante el rico tembló? Vuélvome..., pero en el sueño que fingí ¿no supo Amor el no esperado favor con que me llamó su dueño? De su semblante risueño mi esperanza vi crecer; pero si me llega a ver pobre mendigo extranjero, ya sin hacienda ¿qué espero, si es mudanza la mujer? Mas ¿no me dijo deseo, por más que el temor te ofusca, "el que bien ama bien busca, busca si amas bien, hebreo?" Si lo que buscaba veo, ¿por qué apartándome dudo? Igualar el Amor pudo el burel al real ornato; del mismo Amor soy retrato, pues vengo como él desnudo. Si le engendra semejanza, y su semejanza soy, Amor es rey, Amor soy, no hay de qué tener mudanza. Rico vengo de esperanza, aunque pobre de riqueza. El poder y la grandeza al más humilde levanta. Ánimo, pues, que la infanta sublimará mi bajeza. RUT: Hombre, ¿qué buscas aquí? ¿Sabes que estás en palacio, y que es prohibido este espacio sino a mi padre y a mí? MASALÓN: Perdona si te ofendí. La ignorancia en todo yerra. Como no soy de esta tierra entré donde no sabía; aquí de la patria mía la pobreza me destierra. Mas voyme por no ofenderte. RUT: Espera. MASALÓN: Servirte trato. RUT: (¿No es éste, Amor, el retrato Aparte que a mi honor hizo atreverte? Sí; ¿mas pobre de esta suerte un príncipe de Efratá? Disfraz sin duda será con que a verme habrá venido, que si el pobre es atrevido, ¿en que parte no entrará?) ¿De dónde eres? MASALÓN: De Belén. RUT: ¿Qué buscas? MASALÓN: Mi traje es lengua y te contará mi mengua, que yo no lo diré bien. RUT: ¿Por qué? MASALÓN: La necesidad cuando a combatir comienza al noble causa vergüenza, y al plebeyo libertad. RUT: ¿Pues tú eres noble? MASALÓN: Sí. RUT: ¿Y tu hacienda? MASALÓN: Hela perdido. RUT: ¿Jugado? MASALÓN: Yo el juego he sido. RUT: ¿De quién? MASALÓN: Del tiempo y de ti. RUT: ¿Robáronte? MASALÓN: Alarbes crueles. RUT: ¿Nada vales? MASALÓN: Es verdad. RUT: ¿Quedóte algo? MASALÓN: Voluntad. RUT: ¿Qué más? MASALÓN: Pensamientos fieles. RUT: ¿Y eso tiene valor? MASALÓN: Sí. RUT: ¿Sin hacienda? MASALÓN: Es pobre Amor. RUT: En fin, ¿amas? MASALÓN: Con temor. RUT: ¿Pues de quién temes? MASALÓN: De ti. RUT: ¿Soy fea que espanto? MASALÓN: Obligas. RUT: ¿A qué? MASALÓN: Al culto que mereces. RUT: Piadosa soy. MASALÓN: Favoreces. RUT: Pero hija de un rey. MASALÓN: Castigas. RUT: ¿Pides limosna? MASALÓN: Sí pido.
Dale una cadena
RUT: Toma. MASALÓN: Con otra me has preso. RUT: ¿Preso yo? MASALÓN: La vida y seso. RUT: ¿Tú eres pobre? MASALÓN: Y atrevido. RUT: ¿Qué aguardas? MASALÓn: Morir aguardo. RUT: ¿Por quién? MASALÓN: Por quien me condena. RUT: ¿Con qué? MASALÓN: Con esta cadena. RUT: Guárdala allá. MASALÓN: Ya la guardo. RUT: Otra vez te he visto yo. MASALÓN: Y en fortuna diferente. RUT: ¿Dónde fue? MASALÓN: Junto a una fuente mi amor dormida te halló. RUT: Cortés fuiste. MASALÓN: No heredé dicha como cortesía. RUT: Lo que entonces te debía mi honor ya te lo pagué. ¿Una joya no te di? MASALÓN: Otra cadena me diste. Todo es prision. RUT: ¿Qué la hiciste? MASALÓN: A una madre socorrí con ella y a un pobre hermano, que dando a mi padre muerte vivos me dejó la suerte, y del despojo tirano de los bárbaros quedó segura por escondella, que solo, señora, en ella nuestro caudal se cifró. Venderánla para hallar con qué vestir y comer, y yo viniéndote a ver quise atrevido probar si como ejecutas pagas. RUT: ¿Pues yo qué ejecuto en ti? MASALÓN: La libertad que perdí; ¿a quién no es bien satisfagas siendo del alma tesoro, con el más rico metal, pues nunca fue paga igual de la voluntad el oro? La mía se llama a engaño. RUT: ¿Yo qué libertad te debo? MASALÓN: Si ante Amor el pleito llevo, no sentenciará en mi daño. El contrato se deshaga, pues soy pobre y acreedor; amor te di, dame amor, que amor con amor se paga. RUT: ¡Hay igual atrevimiento! Loco, ¿aquí para eso entraste? MASALÓN: Vine a hacer lo que mandaste. Testigo el prado y el viento. RUT: ¡Buenos testigos te abonan! ¿Yo qué te mandé jamás? MASALÓN: Si en vano las voces das que tu inconstancia pregonan, mudable fue tu deseo cuando dijo, aunque te ofusca, "El que bien ama, bien busca; busca si amas bien, hebreo." Bien amé, mal he buscado, pues hallándote te pierdo. RUT: ¿Loco estás? MASALÓN: Mal seré cuerdo si tal deuda me has negado. RUT: ¿A dónde vas?
Hace que se va MASALÓN
MASALÓN: A morir. RUT: ¿Quién te fuerza? MASALÓN: Tu mudanza. RUT: Espera. MASALÓN: No hay esperanza. RUT: Yo te la doy. MASALÓN: Por fingir. RUT: ¿Tú me injurias? MASALÓN: Tengo celos. RUT: ¿Pues hete yo amado? MASALÓN: Sí. RUT: ¿Cuando? MASALÓN: Soñando te vi. RUT: ¿Qué soñaba? MASALÓN: Mis desvelos. RUT: ¿Yo amarte? MASALÓN: Como a la vida. RUT: Fue sueño. MASALÓN: Fue cosa cierta. RUT: ¿Durmiendo? MASALÓN: Estando despierta, RUT: ¿Enamorada? MASALÓN: Y perdida. RUT: ¿Qué hacías tú? MASALÓN: Dormir fingía. RUT: ¿Para qué? MASALÓN: Para escucharte. RUT: ¡Oh, traidor! MASALÓN: Amor es arte. RUT: Ya me mudé. MASALÓN: Suerte es mía. RUT: Cásanme. MASALÓN: Mi muerte aguardo. RUT: Vete. MASALÓN: Impídelo mi pena. RUT: ¿Quién te estorba? MASALÓN: Esta cadena. RUT: Guárdala allá. MASALÓN: Ya la guardo. RUT: Hebreo, que hablando hechizas, monstruo, que mirando matas, pobre, que reyes maltratas, guerra, que almas tiranizas, ¿de qué conjuros te armas? ¿Sin llamas, cómo me enciendes? ¿Desnudo, cómo me ofendes? ¿Cómo me vences sin armas; Mas--¡ay!--que ignorante dudo de Amor las leyes discretas, que trayendo armas secretas conquiste ciego y desnudo. En fin, ¿me tienes amor? MASALÓN: Testigo mi pena ha sido. RUT: ¿Luego serás atrevido? MASALÓN: No sabe Amor el temor. RUT: ¿Pues osarás ser mi esposo? MASALÓN: Imposibles de amor sigo. RUT: Tienes un fuerte enemigo. MASALÓN: Amor es más poderoso. RUT: Eres de contraria ley. MASALÓN: No hay ley que al Amor le cuadre. RUT: Es rey de Moab mi padre. MASALÓN: Amor es Dios, si él es rey. RUT: Agraviaráse su corte. MASALÓN: No agravies tú mi firmeza. RUT: Cortaráte la cabeza. MASALÓN: A todo da el Amor corte. RUT: ¿Si te mata? MASALÓN: Muerto estoy. RUT: Loco estás. MASALÓN: Estoy sin seso. RUT: ¿Si te prenden? MASALÓN: ¡Qué más preso! RUT: Extraño eres. MASALÓN: Tuyo soy. RUT: Teme el peligro. MASALÓN: Es en vano. RUT: ¿Quién lo impide? MASALÓN: Tu hermosura. RUT: ¿Tu vida? MASALÓN: Aquí está segura. RUT: ¿En qué amparo? MASALÓN: En esta mano.
Tómala y bésala
RUT: Hombre, ¿qué haces? MASALÓN: Adorarla. RUT: ¿Estás en tí? MASALÓN: Estoy en ella. RUT: ¿Qué intentas? MASALÓN: Vivir por ella. RUT: ¿Vivir, cómo? MASALÓN: Con besarla. RUT: Suelta. MASALÓN: Nieve es entre brasas. RUT: Vete. MASALÓN: Inténtolo, y no acierto. RUT: ¡Ay, hebreo, que me has muerto! MASALÓN: ¡Ay, moabita, que me abrasas! RUT: ¡Vive tu Dios soberano, que otro que tú no ha de ser dueño a quien pueda ofrecer el alma como la mano! Si Amor de tu parte está, ¿quien impide mi deseo? Adiós, patria, rey Timbreo; adiós, temores. ¡Ah, Orfá!
Sale ORFÁ
ORFÁ: Llamas, prima? RUT: Llamas fieras del alma a la lengua pasan que te llaman y me abrasan, si antes mudas, ya parleras. ORFÁ: ¿Ves como al músico imitas, que haciéndote de rogar, agora para cantar me ruegas y solicitas? ¿Qué tenemos? RUT: ¿El poder de un príncipe, cara prima, no es de tal valor y estima, que mide con su querer su potencia? ORFÁ: Ley es ésa que el poder estableció. RUT: ¿No soy la primera yo? ORFÁ: De Moab eres princesa. RUT: Luego ¿lo que quiero puedo? ORFÁ: Puedes todo lo que alcanza de tu poder la esperanza. RUT: ¿Tener un príncipe miedo no es bajeza? ORFÁ: Sólo a Dios, y a lo que es contra lo justo teme un príncipe. RUT: Mi gusto, Amor, sólo os teme a vos, que sois Dios a cuya llama toda deidad tiene miedo. ORFÁ: Pues bien. RUT: A mi padre heredo. ORFÁ: Es verdad. RUT: Qué ¿tanto me ama? ORFÁ: Cualquier encarecimiento con su amor no lo será. RUT: Pues si me ama, no querrá mi padre que en un tormento viva eterno, quien adora. ORFÁ: Ésa es cosa conocida. RUT: ¿Y por conservar la vida de quien es su sucesora dará por bien hecho todo lo que a su conservación conviniere? ORFÁ: En confusión me tienes de aquese modo. RUT: ¿No incumbe a la real grandeza, para mostrar su poder, a lo que no tiene ser sublimar? ORFÁ: Naturaleza hace que con eso cobre el poder en que se ve. RUT: Quién hay que más cerca esté de la nada que el que es pobre? ORFÁ: Ninguno, a lo que sospecho; porque, en fin, el no tener es, prima, casi no ser. RUT: Con eso me has satisfecho. Si tú hallaras un diamante del valor más estimado que vió el sol, aunque engastado del lapidario ignorante en un anillo de plomo, ¿qué hicieras? ORFÁ: ¿Qué? le realzara, y el mejor oro buscara para él. RUT: Ese ejemplo tomo, y en fe de tu ostentación tu mano honrarás con él. ORFÁ: No fiara, si no es de él el dedo del corazón. ¿Qué intentas con las preguntas que tan diversas me has hecho? RUT: Declararte mi provecho en ellas hoy si las juntas. El poder es un rey grande, mi padre es rey, yo le heredo. Tener un príncipe miedo, si no es a los que le mande, es afrentosa bajeza, y el dar ser a lo que es nada es hazaña reservada al rey y a naturaleza. Un pobre casi no tiene ser que su humildad levante, y si es ilustre, es diamante que engastado en plomo viene. El diamante de Judá, que á enriquecer Moab basta, es éste que en plomo engasta la pobreza con que está. Halléle y por lo que gano en su fineza y valor, quiero engastarle en mi amor para honrar con él mi mano, que si el temor es empresa en el príncipe culpada, dando ser a lo que es nada no temo, pues soy princesa; ni tienes que replicarme con mi padre o con Timbreo, si estimas lo que deseo y te precias de agradarme. Lleva aqueste hebreo contigo, y en la recámara real trueca el humilde sayal, del ser que le doy testigo, en la púrpura que ensalza a mi padre y verás como cuando la saques del plomo la fineza se realza de este precioso diamante; pues en fe que suya soy el alma y mano le doy por diamante y por amante.
Dale la mano
ORFÁ: ¿Qué es lo que hace vuestra alteza? RUT: Mostrar ansí mi poder; dar a lo que es nada ser, que es propio de mi grandeza. ORFÁ: Mira, prima. RUT: Éste es mi esposo; ya el aconsejarme es vano. Diamante es; que esté en mi mano es mi gusto, y es forzoso. No me repliques si estima, Orfá, mi vida tu amor. ORFÁ: ¿No temes? RUT: No es el temor blasón de príncipes, prima. ORFÁ: Alto, sigo tu quimera, aunque llena de recelos. MASALÓN: Goce yo, propicios cielos, a Rut, aunque luego muera.
Vanse ORFÁ y MASALÓN. Sale el REY
REY: No puedo hallarme sin ti. Ésa tu melancolía, hija de la vida mía, la ha de acabar; vuelve en ti. ¿Cómo estás? ¿Cuándo podré dar a mi vejez prolija albricias? RUT: Cuando una hija que tienes sola, y se ve de una tristeza afligida, que ni puedes remediar, por ti vuelva a restaurar con el contento la vida. De estos extremos terribles tú solo el médico eres. REY: Pide, Rut, lo que quisieres, que si Amor hace imposibles, y yo, sujeto a su ley, te adoro, por tu salud, si es necesario, mi Rut, menospreciaré el ser rey. RUT: Padre amoroso, que el nombre de padre, siempre apacible, es conjuro del Amor bastante para que obligue a conservar en su imagen el noble ser que me diste, en quien la naturaleza quiere que te inmortalice, si tuvieras muchos hijos en quien vieras repartirse la voluntad que me tienes, porque en mí tu sangre vive, no me espanto que me amaras menos; que si se divide en muchos brazos un mar, no son sus vados terribles. Mas si una pequeña fuente viene en un lago a ceñirse y con corrientes eternas le paga censo, aunque humilde, añadiendo siempre arroyos hace su paso imposible. Si muchos hijos tuvieras, viendo su amor dividirse cupiérame poca parte. Sola soy, sólo en mí vives. Siendo, pues, esto verdad ¿qué mucho que deposites en mí, como en cifra tuya, el noble ser que me diste? REY: Excusa, mi Rut, rodeos que al corazón sólo sirven de tormentos dilatados, que la esperanza me afligen, y asegúrete mi amor que la corona sublime de todo el orbe mortal, las victorias más insignes, las riquezas más copiosas, con ser tan apetecibles, con el amor que te tengo son prendas bajas y viles. Si es que no amas a Timbreo y los cielos no permiten que con su amor te conformes, ni a ser su esposa te inclines, antes que le des la mano, y en lazadas apacibles enrede Amor lazos tiernos, cautiverio de armas libres, retrocediendo su curso, el dios amante de Elise contradirá al primer móvil sin que violentado gire. Quéjese de ti Timbreo y del Amor que consiste en conformarse las almas, pues el querer es unirse, que cuando a un pastor quisieras, que es el mayor imposible que de tu altivez conozco, tosco, extranjero y humilde, la voluntad que te adora sobre mi trono sublime colocándole le diera la corona que a Moab rige. RUT: Dame esa mano, honrará estos labios en que imprimes agradecimientos nobles para promesas felices, y en fe de esa real palabra, que en ser tuya será firme, oyes sucesos que Amor te manda que facilites. Entre los muchos esclavos que en la guerra que tuviste con las tribus de Israel tu reino ilustran y sirven, en fe de lo que me quieres, una cautiva me diste parienta del gran Bohoz, juez noble que a Belén rige: Bohoz, aquel patriarca que, según los hebreos dicen, de la mayor tribu es padre, que trae de Abrahán su origen. Como era discreta y moza, y hace el cielo que me incline con natural influencia a aquesta nación insigne, recibíla en mi privanza, que cuando vienen a unirse en conformidad los gustos hace Amor sus lazos firmes. Desde entonces juntas siempre, ya de noche en los jardines, ya de día en la labor, mientras en hilos sutiles desentrañábamos copos de algodón y seda virgen, para emular sus colorse en bordados y matices, ninguna conversación nos era tan apacible como el tratar de Israel, de sus hijos varoniles y los hechos de sus duques bastantes a hacer que quiten la posesión de sus reinos a tantos pueblos gentiles. Siempre, pues, que en estas cosas procuraba divertirme de pensamientos que al ocio indigna entrada aperciben, mirándome atentamente, tal vez alegre, y tal vez triste, de misteriosos secretos me daba muestra infalible. Una vez que entre otras vi con los afectos decirme lo que la lengua no osaba, animándola la dije, "Qué enigmas, Alba, son éstas? ¿qué partos el alma oprimen que por los ojos pretenden inobedientes salirse? Si deseos naturales de ver tu patria te afligen, que no hay feliz cautiverio que se iguale al vivir libre, dímelo, cautiva hermosa, qué aunque del gusto me prive que de tu apacible trato mi amor sociable consigue, te enviaré llena de joyas, que para que no me olvides la memoria que me debes a mi amor te necesiten." "Mal," dijo, "señora, pagas la voluntad que en servirte no en el olvido se funda, disculpa de pechos viles. La patria más natural es aquélla que recibe amorosa al extranjero, que si todos cuantos viven son de la vida correos, la posada donde asisten con más agasajo es patria mas digna de que se avise. Si tantas veces suspensa con la vista, Rut, te dije lo que nunca osó el temor, freno que la lengua oprime, misterios son con que el cielo, si no es que Amor desatine, en historias y en estatuas quiere que te inmortalices. Bohoz, de quien prima soy, para que la dicha estimes que de tan ilustre deudo a mi valor se le sigue, una noche entre los brazos del sueño, sobre cojines que el alba borda de perlas y flores que el mayo pise, soñaba, si en los profetas merecen atribuirse a sueños misterios altos que Dios en ellos les dice soñaba que de una piedra, que con el cielo compite y del generoso tronco que a Judá dió real estirpe, con influencias celestes vino un monte a producirse tan alto, que se igualaba al trono en que Dios asiste. Bajó a pacer de su hierba un cordero que se viste de más candidas guedejas que las que adornan al cisne. Despertó lleno de gozo, y a los profetas les pide que de este oculto misterio los secretos profeticen. Échanse en oración todos, y convienen en decirle que del tronco de Judá el sueño alegre predice la caea real de Bohoz; y que la piedra sublime de quien nacerá la vara que el más alto cielo humille, será una mujer gentil de Moab, bella y humilde, que casándose con él, el cordero amante obligue, que de los pastos sabrosos, donde ab aeterno reside, al monte de Judá baje para que a Dagón derribe. Por una idólatra, en fin, y un príncipe de la estirpe de Bohoz ha de gozar el mundo al que el cielo rige, y llamándose el Mesías hará hazañas que conquisten desde la cuna del sol hasta su túmulo triste. Viendo pues, princesa amada, cuán bien estas cosas dicen con tu nombre, pues Rut es cuando en mi lengua le explique, lo mismo que piedra, siempre que a tu presencia me admites, alborotándome el alma viene casi a persuadirse que tú has de ser esta piedra, a quien Amor apercibe ramas del ilustre tronco de Bohoz, cuyas raíces el monte pronosticado producirá en que se críe el Cordero que Israel ha tantos siglos que pide. ¡Ay, Princesa generosa! Si es justo que te suplique quien desea que tu fama los tiempos inmortalicen, que del Amor que te debo las palabras acredites, y al cielo contigo franco estos favores supliques, no te cases si no fuere con quien no haga imposibles las esperanzas de ver que esta verdad salga firme." Cesó, al paso que crecieron mis deseos, porque siguen la inclinación que a Israel me obligue que ame y envidie; y para aumentarlos más, si crecen con imposibles, a casarme con Timbreo, padre y rey, me persuadiste. Tu sobrino es, no me espanto, pero siendo aborrecible, ¿quién juntara voluntades que la inclinación olvide? De esto nació mi tristeza, Y si quisiera decirte hazañas de Amor que el tiempo a la lengua no permite, me disculparas piadoso, lastimándote apacible obligándote clemente y persuadiéndote libre. Pero no quiero cansarte, sino sólo persuadirte que si el amor que me tienes es bien que mi vida estime, no esperes que esposo llame, mientras mis venas anime el corazón que te adora y en quien tu imagen imprimes, a quien no fuere efrateo y del escogido origen de Judá no descendiere, pues cuando el cetro me quites que pienso heredar de ti, y matarme determines ¿qué importa que el cuerpo muera, mientras la libertad vive? REY: Obligaran mi afición tus quimeras, Rut querida, para restaurar tu vida y alentar tu inclinación si con medios tan terribles cosas no me propusieras, cuanto menos verdaderas más livianas e imposibles. De Moab, mi Rut, soy rey, tú mi sola sucesora, Israel a un Dios adora que contradice mi ley; pues ¿cómo, aunque yo permita lo que me pide tu amor, consentirá por señor Moab a un israelita? ¿Esto cómo puede ser? RUT: ¿Cuándo halló dificultad rebelde a la voluntad que no venciese el poder? Si aquí un israelita hubiese con todas las condiciones que yo pido y tú propones, y de suerte me quisiese que su ley, por mí dejase, y reducido a la nuestra por el amor que me muestra, su sangre y patria olvidase, ¿mereciera sucederte? REY: No se verificaría entonces la profecía que te inquieta de esa suerte. RUT: ¿Pues por qué? Su condición, si lo adviertes, no me pide que mi ley deje y olvide en daño de mi nación. REY: Pues en tal caso con él, por lo mucho que interesa nuestra ley si la profesa un príncipe de Israel, diera fin a tu tristeza en fe de lo que te adoro, y con mi diadema de oro coronara su cabeza. Mas siendo todo quimera, ¿qué es lo que intentas con eso? RUT: Porque no culpes mi seso, amoroso padre, espera, y sin prevenir enojos, aquí el alma y vista pon, que Amor para esta elección no es ciego, que todo es ojos.
Tira una cortina y descubre a MASALÓN de reales ropas, junto a un bufete, y sobre él en una fuente, una corona, y a su lado ORFÁ
Mira si iguala Timbreo a la ostentación gallarda de quien tu licencia aguarda para alegrar mi deseo. Mira el valor de Belén, la nobleza de Efratá, el hechizo de Judá, el objeto de mi bien; el que ser tu sucesor sólo en el mundo merece y el que por dueño me ofrece el siempre discreto Amor. REY: Su presencia y majestad fuerza a que tu amor apruebe, ya que robada me lleve el alma y la voluntad. Alguna oculta deidad me obliga, y vuelve por él a ser Apolo, el laurel no se transformara en planta. ¡Que engendre belleza tanta, cielo, el reino de Israel! Quien tal elección no abona hace a la justicia agravio. La hermosura, dijo un sabio, ser digna de la corona. No tiene Moab persona tal que se atreva a igualalle. El talle me inclina a amalle y que premie su valor, que no hay cartas de favor como buena cara y talle. En fin, ¿eres betlehemita? MASALÓN: Aunque tuyo ser pretendo, del mayorazgo deciendo de Jacob. REY: Él te acredita. ¿Y por la ley moabita pondrás la tuya en olvido? MASALÓN: El amor mi ley ha sido y Rut mi legisladora. No tengo otra ley agora si no es la de agradecido. REY: Si has de darme decendencia no menos que de tu Dios, y ha de alcanzar de los dos mi sangre tal excelencia, el no estimar tu presencia fuera no estimarme a mí. Pues lo ordena el cielo ansí, será el resistirle en vano. Dale, hebreo, a Rut la mano, que está idolatrando en ti.
Danse las manos
MASALÓN: Dame tú los pies primero. REY: Los brazos y el corazón. ¿Cómo es tu nombre? MASALÓN: Masalón. REY: Desde hoy serás mi heredero. MASALÓN: Sólo ser tu esclavo quiero. ORFÁ: Imposibles llego a ver; mas ¿qué no hará una mujer y un rey que hechiza, amorosa, pues la más difícil cosa vencen amor y poder? REY: La brevedad de este caso importa como el secreto; no intente el vulgo indiscreto motines viendo que os caso. Tanto te quiero, que paso por cualquier inconveniente. Sitio a tus bodas decente es mi casa de placer; en ella tienen de ser sin aparato y sin gente. Es mi sobrino Timbreo en el reino poderoso; alborotará celoso vuestro amor y mi deseo. En mi quinta real, hebreo, con aparatos mejores serán padrinos sus flores, y aunque murmuren, madrinas sus fuentes, si cristalinas, espejo en vuestros amores. Vamos allá. Mas ¿qué es esto? RUT: Mi ventura el cielo ordena.
Sacan NISIRO y otros a NOHEMÍ y QUELIÓN, presos
NISIRO: El ladrón de la cadena que en tal extremo te ha puesto fue aqueste hebreo dispuesto, que con aquesta mujer, procurándola vender prendimos. Restaura agora tu contento, gran señora, pues están en tu poder. MASALÓN: Éste es, gran señor, mi hermano y ésta mi madre Nohemí. NOHEMÍ: Hijo ¿qué es esto? MASALÓN: Perdí mi hacienda, y un reino gano. Dame a besar esa mano. RUT: Y a mí los brazos me da. MASALÓN: Pobre he sido, rey soy ya, que así el cielo me sublima.
A QUELIÓN
RUT: Y tú esposo de mi prima si su bien conoce Orfá. Padre y senor, es justo. MASALÓN: Con mi hermano Quelión tendrás en esta ocasión esposo, regalo y gusto. ORFÁ: No sabré yo dar disgusto a mi prima la princesa. NOHEMÍ: Hijo ¿qué es esto? MASALÓN: La priesa no da lugar para más. Despacio, madre, sabrás lo que tu dicha interesa. REY: Daos, pues, las manos los dos, y venid.
Dánselas
QUELIÓN: Cielo ¿esto es sueño?
A RUT
MASALÓN: ¡Ay, mi bien! RUT: ¡Ay, dulce sueño! MASALÓN: Muriera el alma sin vos. NOHEMÍ: ¿Pues, hijo, tu ley, tu Dios? MASALÓN: Mi ley, mi dios y mi vida es sola mi Rut querida. NOHEMÍ: Ya tu perdicíón recelo, que no favorece el cielo amor que a su Dios olvida.
Sale TIMBREO
TIMBREO: Ya los cosarios tiranos, sol que da luz a Timbreo, están... (mas ¡cielos! ¿qué veo? Aparte ¿Rut y un hombre de las manos? Celos que como villanos acometéis a traición; no hay guerra sin prevención que no condene la ley.) Moabitas, princesa, ley, aclarad mi confusión. REY: Timbreo, conformidad de gustos se llama amor, y entre nobles es rigor violentar la voluntad. Supuesta aquesta verdad y que mi Rut tiene esposo si puede un desdén celoso vencer un pecho robusto, busca mejor a tu gusto, y sufre lo que es forzoso.
Vanse el REY, ORFÁ, RUT, MASALÓN, QUELIÓN y NOHEMÍ
TIMBREO: "¡Sufre lo que es forzoso!" ¿Esto consiento? ¿Al fin de tantos años me remites, crüel, al sufrimiento con celos, mas no celos, desengaños? ¿Cuándo, tiranos cielos, se hallaron juntos sufrimiento y celos? Sufra el amor que vive en esperanza, que no es tormento eterno el más prolijo si a la fin se alcanza; ¡mas pedir sufrimiento en el infierno! ¿Cómo, decid desvelos, se compadecen sufrimiento y celos? Pedir que con el sol la noche viva; la quietud con la guerra; que a la salud la enfermedad reciba; la liviandad el peso de la tierra y al fuego aticen yelos, es pedir sufrimiento a amor con celos. Quién es, decid, moabitas, este hombre; este tirano fiero? NISIRO: Ni su patria sabemos, ni su nombre; sólo que es extranjero, que el reino hereda, la princesa le ama, el rey le casa y sucesor le llama; en la quinta del bosque Amor elige el tálamo amoroso que a Rut te usurpa y tu esperanza aflige. TIMBREO: ¡Oh, ingrata! ¡Oh, vil esposo! ¡Oh, rey tirano! ¡Oh, bárbaro homicida! ¿Sueño? ¿He perdido el seso? ¿Tengo vida? Mas ¿cómo viviré si Rut me mata? Si loco, ¿cómo siento? Si duermo, ¿cómo el rey de veras trata su gusto y mi tormento? Mas--¡ay, de mí!--soñando estoy despierto; soy loco cuerdo, y tengo vida muerto. Ábrase el cielo los crüeles lazos en quien mis penas fundas; ciñan tu cuello áspides, no brazos, y en vez de las coyundas de Amor. Porque me vengue y te desveles, desdeñosa tirana, halles cordeles. Presto aborrezcas, pues tan presto adoras, a quien mis gustos priva, juzgue por siglos de tu amor las horas, y aborrecido viva; mas si perseverare en tus amores en vez de bodas sus obsequias llores. Pero ¿para qué pido a los extraños venganza cuando puedo mi injuria castigar y tus engaños? Al rey tirano heredo, pues soy ramo del tronco real moabita. Pierda la vida quien a Rut me quita. Vasallos tengo, amigos y parientes que por esto no pasen, y celos que, atrevidos y valientes, la quinta vil abrasen; pues es mejor, cuando en furor me enciendo, morir matando que vivir muriendo.

FIN DE LA JORNADA SEGUNDA

La mejor espigadera, Jornada III


Texto electrónico por Vern G. Williamsen y J T Abraham
Formateo adicional por Matthew D. Stroud
 

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Actualización más reciente: 24 Jun 2002